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Aristóteles se lo hacía

Aristóteles. Reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología


Esto va de establecer categorías. 




La parte más teórica o metafísica la dejaremos para otra ocasión. De momento con nombrar cada cosa en el lugar que ocupa en la naturaleza, basta.

Lo primero empezaremos por el lado heterosexual.
En el lado macho, están... el home, el homenet, el homenico, y el cagabandurries.

Lo cierto es que estas categorías se bastan a sí mismas para definirse. 
Cada cual sabe a qué apartado de estas categorías pertenece. 
No hacen falta palabras porque los nombres ya son bastante descriptivos.

Por el lado pervertido tenemos a alguna otra subespecie. Es decir...

Tenemos al homosexual, al gay, al marica y al maricón.

Como me duele el ano y estoy algo de mala leche, como que me apetece describir estas subcategorías un poco más.
Por ejemplo, el homosexual es ese hombre al que le gusta meter el churro en personas de su mismo sexo. No hay mucho más que decir. Está bien dicho ¿No?
Después está el gay, que es simplemente, como el anterior, pero esta vez, el particular tiene dinero.
Lo del dinero, en el caso del gay, es fundamental. Hay ahí una delgada linea roja que no se puede cruzar. 
Si no tienes dinero no eres gay, eres homosexual.

Vale, las categorías ya se van aclarando un poco. Y de hecho ya voy terminando. Por que solamente quedan el marica y el maricón.
El marica y el maricón dependen un poco de las circunstancias. Son un poco intercambiables entre sí, dependiendo del momento.
El marica es ese homosexual al que le gustan las mujeres.


Esto puede parecer una contradicción, pero solamente para las mentes poco sagaces.
Pensemos, a modo de ejemplo, la situación tipo, en un banco del parque. 
Un banco del parque tiene múltiples usos.

Los chicos que se ponen a comer pipas en un banco del parque, van allá para ver mujeres. Ya sean éstas pibones, ya sean tías buenas, o bien aquellas que tan solo sean llamadas chicas.

Es decir, a fin de explicar este concepto de marica, nos ponemos en la situación en que son mujeres las que se ponen a comer pipas en ese banco del parque.
En caso de ser mujeres, la diferencia fundamental es que las mujeres no hablan, rajan.

Rajar es la cualidad que también tienen los hombres, cuando se reúnen en los bares. Si bien ellos nunca admitirán ese nombre.
Cuando se juntan en montón para soltar improperios, y que no tienen más finalidad que arreglar el mundo.
Bien, rajar tiene otro matiz. Pero fundamentalmente la diferencia entre los machos y las hembras es, que los hombres hablan de todo. Ya sea que empleen mucho tiempo o poco. Y las mujeres, no hablan de nada. Nunca hablan de nada. Pese a que estén horas rajando.

Eso sí, hay que saber que los desastres naturales que se producen en todo el globo terráqueo, por lo general tienen nombre de mujer. 
Sobre todo los que producen movimientos más violentos.
Si “el Niño” la arma, de la mujer no podemos esperar menos.

Pero para echar un poco de luz a la hora de establecer categorías. Tal y como procediera a iniciar Aristóteles,  al dividir la naturaleza en categorías, diremos que:

Las mujeres que se juntan, en un banco del parque, para rajar... a lo que van, fundamentalmente

Es a ver pasar a otras mujeres.

Ahí hay muchos matices. Pero hay que subrayar que el poder sísmico de la mujer queda de lejos muy por encima del de los hombres.
Cualquier hombre que haya montado a una hembra sabrá que las mujeres tienen mucho más poder sexual. Si bien, cuando les das lo suyo, te tranquilizan y te devuelven grácilmente la confianza al decir que, el tamaño no importa. 
Son extremadamente diplomáticas, en este momento, por lo general.
Todo este razonamiento es para explicar ese sinsentido tan sutil que ahora quiero aclarar.
El de que a un marica, resulta que le gustan las mujeres.
Ciertamente puede resultar desconcertante en un primer momento, pero con el ejemplo que he puesto acerca de las diferencias entre los grupos de hombres y las mujeres, a la hora de comer pipas en el banco de un parque, creo que ya queda suficientemente explicado.

Sí, a los maricas les gustan las mujeres. Eso puede ser lo más injusto. Las situaciones que se pueden crear son tan dolorosas como pueden serlo que te pilles los huevos en el quicio de una puerta. 
Suele ser bastante difícil de justificar respecto a quién no te conoce.
“Es que es marica, qué se le va a hacer”.
Le toca a la familia limar las asperezas resultantes de los malentendidos. Solamente puede ser así.

Aunque en estas situaciones sociales, muchas personas, familiares "de buen tono", dirían aquello de ¿por qué no le sale novio y se tranquiliza?

Vale, por último quiero terminar con una subespecie. El maricón.
Al maricón se le atribuyen multitud de propiedades y leyendas urbanas. Todas muy lejos de la realidad, y ciertamente tienen mucho de leyenda urbana, como digo.
Algo que se suele decir de los maricones es: Mira ese maricón con que pibón que va. Mira ese maricón qué coche conduce.

En realidad hay una gran confusión de conceptos. En la mayoría de los casos la palabra maricón se usa de un modo inapropiado. En realidad las propiedades atribuidas al maricón pertenecen al hijo puta.
Los hijo putas, son esos señores “que lo tienen todo”. Y realmente no corresponde a este escrito el describir esta subespecie humana.


Tan solo hay que aclarar que el maricón es ese escritor, ya sea profesional o amateur, que tiene una hermana que se casa y va y escribe un texto acerca de bodas. 

Que, es que muy original, el maricón no es.

Mira que escribir un relato acerca de una noche de bodas, el mismo año que se ha casado tu hermana.

El maricón está claro que no es muy original.


En realidad, la cualidad que hace maricón al maricón, es que tiene un ego muy grande. 
Tanto, por lo menos como cualquiera que se dedique a teclear sin esperar nada a cambio.
Esta cualidad del maricón hace que si tiene que escribir lo primero que se le pase por la cabeza, aunque la idea no tenga ni de lejos nada que ver con su hermana, pues que en el último momento va y mete a su hermana.
Que por joder no es. Es que se puso en medio. En realidad yo quiero a mi hermana. 
Pero coño, si a última hora se pone delante, pues que no se queje.

Vale, los maricones llegamos a la conclusión de que suelen ser de los que teclean cualquier cosa. Y eso hace que su ego sea enorme.


Pero la moraleja está en que cada uno se aplique el cuento. Digo yo. Que al final lo que cuenta es que yo vivo en mi casa, cada uno en la suya. Y todos en la de Dios.

Ma comare, mi tía, tiene una larga experiencia en tratar con maricones. Sí tía. Voy a seguir yendo allí a confesarme. Hasta que suceda inevitablemente lo que tiene que suceder.
Este sería un pequeño estudio previo de otro mayor que estoy preparando. A fin de determinar diferencias y parecidos entre todas estas subespecies.
A saber: Homes, homenets, homenicos, y cagabandurries. Por un lado. Y por otro, los homosexuales, gays, maricas y maricones.

Ya dejaremos a los hijos de puta para un estudio pormenorizado. A esos hay que darles de comer aparte. Son fáciles de encontrar, pues son ávidos lectores de sabiondeces. 








Os quiero.


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