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Mostrando entradas de abril, 2017

una bella enseñanza

Corazones, no sé qué hacéis. No sé por qué estáis ahí. Si es por un libro... El único material que tengo está en http://elrincon-degabriel.blogspot.com.es/ eso es todo lo que tengo. Sí, habría que editarlo y pulirlo. Tal vez cambiar su apariencia. Pero lo único que tengo está ahí. No entiendo que sigáis ahí. Y lo cierto es que os echaría de menos. Sois mis musas, en cierto modo. Pero yo estoy lleno de dudas. Tanto es así, que estoy tan lleno de dudas, como llena. Ni siquiera sé quién soy. Ni tampoco sé a dónde voy. Y ciertamente, no tengo muy claro cuál es mi lugar. Si queréis una enseñanza os la doy. No es una enseñanza que quepa en un libro. Yo si queréis, os escribo un libro. Pero antes,  debo mantener mi cocina al día, reluciente. Si por un casual yo lograra el clamoroso éxito de mantener al día mi cocina limpia y que se pudiera mirar sin dar asco... Entonces no podría negarme  a escribir un libro.

me falta fe

Sabéis que me gustan los videos de Jose Luis Parise. El hombre trata a menudo la vida de Jesús, el mago.         Jose Luis habla en alguna ocasión de que en tiempos del profeta, se podía hablar varias lenguas en una misma región geográfica. De hecho Jesús, para la palabra que hoy en día la iglesia nos vende como “fe”, Jesús utilizaba tres vocablos distintos. La fe que nos vende la iglesia, como que es muy bonita, pero eso de mover montañas, como que se nos queda la cara de tontos alucinados. Me falta fe. La palabra que utilizaba Jesús, en este caso, era de origen griego, y si hoy en día caminas por Grecia la encuentras en cada calle. Cada vez que te encuentras un banco de crédito, allí está la palabra. La palabra que usaba el maestro para decir fe, era la que correspondía a crédito, tener crédito. ¿Qué hace que un banco hable contigo y puedas hacer algo con su entidad? Debes tener crédito. Yo no tengo crédito. Puede que yo sea mejor o peor, eso no viene

bajo tres metros

¿Algún problema soldado? ¿Hay alguna diferencia? Me gustaba bucear. Me servía para evadirme. Los amigos de mi hermano se cruzaban la piscina de un tirón, por debajo del agua. Estar bajo el agua me gustaba. Esos veranos no tenía que ir al colegio. Y el agua, era relajante. Me sentía bien en el agua. Yo creo que el agua me ha servido de refugio. Los amigos de mi hermano eran rápidos y ¿Cuánto tiempo podían aguantar la respiración? No les hacía falta estar mucho tiempo sin respirar. Si bien, el esfuerzo que hacían en llegar al otro extremo era grande. A mí me gustaba también cruzar la piscina buceando. Pero me solazaba en pensar que yo lo hacía mejor. Me tomaba mi tiempo. Ellos tenían la fuerza, yo tenía tiempo libre. Así que tal vez, apenas entrar al agua no tenía suficiente fondo como para aguantar mucho. Pero cuando llevas una hora en la piscina, algo pasa. Aguantas más tiempo. Y supongo que se trata de practicar. De intentar varias veces. Los pulm

practicar la escucha

¿Qué haces en las próximas vacaciones? No sé qué hacer. Esa es la verdad. Cuando hacía terapia con Alicia Gonzálvez me veía a menudo en esa situación. Era un trabajo con movimiento. Y partía de ahí... no sé qué hacer, no quiero hacerlo... y los demás del grupo entraban en el juego. ¿Se trata ahora de eso? ¿Se puede jugar a partir de ahí? Admitir que no sé, es un buen punto de partida. Muchas enseñanzas espirituales parten de esa premisa. Puede ser un modo viable de empezar algo. Empezar. Después vemos qué pasa. Lo que se me ocurre ahora es practicar la escucha... Hace años, muchos años... recuerdo una ocasión en que acudí al médico de cabecera. Era médica, se llamaba Inmaculada, y yo estaba muy satisfecho con ella porque sabía atender muy bien. Así que ese día yo estaba de buen humor, y conforme entré por la puerta voy y me siento. La miro, y le digo: “Me quiero operar”. Inmaculada, sin mostrar ningún signo externo de sorpresa, se tomó

la cosecha es obligatoria

Tengo un pequeño problema. No me creo nada. No creo en mí. ¿Qué mérito tengo? ¿Haber enfermado? Y haber recibido ayuda. Sí. No hay mucho más. No creo haber sembrado. No he hecho grandes esfuerzos. No sé quién soy. Y lo cierto es que no sé qué soy. Y eso es en muchos sentidos. Personal, profesional. Me he pasado, sentado, pensando. Tratando de encontrar un sentido. Y ahora, tal vez por inercia, sigo sentado. ¿O he de decir, sentada? Como hombre siempre quise ser más. Ser otra cosa. Ser más que... lo que era. Ahora siento algo. Y es raro. Como hombre no sabía quién era. Como mujer, sé quién soy. Pero en relación con los demás, hace años que no salgo. No soy nadie en relación con nadie. No tengo amigos, no tengo amigas. Y vosotros no me dejáis en paz. Tal vez vosotros seáis mis amigos. Puede que los únicos que tengo. A los únicos que he hablado,  desde la distancia. Pero no me creo nada. Luz. No me lo creo. Sembrar

la imaginación

Las palabras están confundidas. Una palabra etimológicamente lleva usualmente el significado contrario. Esto quiere decir que nos movemos en un mundo dual en el que hay lucha entre los opuestos. No se puede ir de A a B sin antes haber sentido una tercera fuerza reconciliante. Ésta, nos dice que hay algo más. Hay algo más aparte de la ley de acción y reacción. O más bien, la ley de acción y reacción es certera tan solo, si supiéramos ver más allá de la dualidad, del conflicto, para abrazar la totalidad de quienes somos. ¿Quiénes somos? Seres tricerebrados cuyo sufrimiento proviene de no poder armonizar nuestros tres cerebros, y alcanzar la coherencia. Pensamiento, sentimiento y acción. El encontrarnos por medio del trabajo es movernos en este mundo de dualidad y oposición. Desde la magia, desde la fantasía, desde la imaginación accedemos al estado creativo.  ¿Podría ser la fantasía un recurso o la información que faltaba para poder