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Mostrando entradas de junio, 2018

la nueva medicina

Tú lo que necesitas es tener una experiencia. Lo que todo el mundo necesita es una experiencia. Yo no la puedo dar. De ninguna manera. Yo tan solo puedo hacer que dar una descripción, y una descripción no es más que una idea. Es una opinión. Lo que sucede con las opiniones es que todo el mundo tiene. Y cada uno de nosotros pensamos, lo digamos o no, que nuestra idea es la que mejor se ajusta a la realidad. Así que, si yo expongo una opinión o una descripción, no hago más que fomentar la confusión. Lo lógico y normal será entonces preguntarse ¿Qué habrá querido decir? Seguramente tal, o cual cosa. Es parte de la naturaleza humana el matarnos unos a otros por cosas tales como ideas, colores, y símbolos. Sin embargo, se siguen escribiendo libros. Tal vez un libro llegue en algún momento a un lector, y le sirva de espejo. Verse a uno mismo, no es la respuesta. Pero es posible que sea un punto de apoyo. Mejor que nada. En cierta ocasión, perc

el monstruoso arte de comer galletas

¿No os ha pasado que teníais algo delante y no lo veíais? Pasé mucho tiempo sentado en el sillón de la abuela, tan solo pensando. No saqué nada en claro. Salvo por una pequeñez insignificante... Cada vez que se me ocurría de forma fugaz, el querer ir a hacer, lo que sea que se me pasase por la cabeza hacer, al momento, surgían varias otras cosas. Era la fragmentación. No hay mucho que realmente podamos hacer. Cualquier cosa que nos propongamos, inevitablemente surgirá en una forma distinta. A quien logra sus objetivos decimos que tiene determinación y fuerza de voluntad. Es posible que así sea.  Tener voluntad yo diría que es como ese jugador de fútbol que en su mirada, y antes de haber lanzado una falta, ya ve el gol de hecho dentro de la red. Y es gol. Ya lo había visto antes justo de lanzar. Y su mirada miraba a lo alto, como dejándolo a la voluntad de un poder mayor que él mismo. La posibilidad de darle una patada a la pelota y que entrase, est

la conciencia normal

Photo de Verano creado por teksomolika Hace incontables años tuve una experiencia meditativa. Durante un muy pequeño periodo de tiempo algo en mí pareció estabilizarse. En realidad duró poco, y se fue. No sé que sucede, que siempre que se consigue algo, que sea un tanto peculiar, suele desaparecer. Tal vez sea que, para la creación de Dios, el estado de conciencia ordinario sea más real que, cualquier otra fantasía o intuición. Sí, yo lo creo. El estado normal y ordinario de todos los días. Eso tiene sus ventajas. No hay que ser un santo para ser normal. Pese a eso, muchos capullos ignorantes creen haber alcanzado la iluminación, tan solo porque hayan visto algún destello de luz. O cosas raras, que hay muchas. La conciencia normal, es lo máximo que se pueda alcanzar en esta vida. Pero aquella vez que yo transitaba veredas un tanto “distintas”, tal vez no malas, pero que distraen de lo verdaderamente importante... En esa ocasión percibí, mi descrip

¿Quién osa perturbar mi sueño?

Sí, lo he dicho bien. Pues duermo. Igual que tú mismo. Pero ¿es el mío el sueño de los justos? No lo creo. En una ocasión, hace mucho tiempo, se estableció un diálogo que yo calificaría como de mi agrado. Aquello se interrumpió. Y debía ser así, para dar lugar a cierta transformación. Pero dicha transformación no se ha producido. Sin embargo, mi palabra quedó comprometida. Mi palabra era ratona ¿Recuerdas? Yo no creo en nada de lo que escribo, pues esa es mi naturaleza. Pero tal vez pueda ponerme a teclear para mutuo beneficio. Me da la impresión que das muchas cosas por supuesto. Yo no soy del mismo parecer. Tú sabes bien lo que quieres. Yo no soy así. Yo voy más bien a ciegas. Doy vueltas, ¡Ay! Interminablemente. No sé a dónde me dirijo. Tuve en una ocasión un vislumbre, fragmentario, muy fragmentario. De algo que era curioso. Tan solo fue un trozo de algo que se fue, se perdió. No volverá por lo que sé. Y sin embargo, dejó un cie