Ir al contenido principal

la dorada mediocridad



es cosa de uno

Pasar tiempo en medio del infierno tal vez sea un suicidio. Pero yo siento que debo estar aquí. Pese a que mi vida no funciona.
O tal vez porque mi vida no funciona. No creo que se trate de que haya que tener un comportamiento que rompa esquemas. Tal vez se trata de que el comportamiento medio es la lacra de todo.
Nada más hay que ir por la calle, y ver que la gente se queda en medio.
Y que viven en medio. No tengo nada contra una clase media que saque unos valores de bienestar social... por así decirlo. Pero vivir lleno de dolorcillos, sin curar realmente lo que sucede, no tiene valor. Más bien parece cobardía.
Hay que sentir. Y la clase médica seda. No ofrece la oportunidad de afrontar los retos de la vida. La medicina no posibilita el sufrir. Seda el sufrir.
La medicina oculta todo, tapa todo. Como una buena madre que hace su función de que “todo esté bien”.
No hay nada malo en ello. Es así.
Pero un día el niño debe crecer. Se debe rebelar. Debe seguir su propio camino. O tal vez no lo haga.
Las faldas de la madre pueden ser un lugar bajo el que ocultarse.
Bajo el amparo de la madre, la axila sudorosa, tal vez hace que uno prefiera prolongar su estadio de dolor.
No hay lugar donde ir. Pues el padre no está. Marchó a algún lugar. O nunca estuvo realmente. A un padre no se le sigue. Se siguen sus pasos o bien se reconoce el camino marcado. 
Al padre le corresponde señalar la senda. ¿Para seguirla? ¿Para optar por otra? Pero sus pasos deben quedar en la tierra, para que el niño sepa que su padre estuvo.
Yo estuve aquí.
Y este es un buen lugar para vivir.
Esa es la finalidad de la existencia.
No importa lo que se haga o lo que se pretenda. Si recorres un camino, llega hasta el fin. Y di, que has llegado a un lugar donde se pueda estar bien. Para que otros sepan delimitar su ruta.
Tal vez otros quieran seguir tus pasos.
Tal vez otros quieran explorar otras alternativas. Pero es cuestión de supervivencia, y al mismo tiempo que un medio para la adaptación, el conocer las sendas de los que han pisado antes.
Ya sea para ir, o para no ir. Eso ya depende de cada uno.
Se pueden trazar los caminos, yo creo. Pero la opción tiene que ser personal. Y si se puede, llegar a un final. Sea cual sea. Pero que arda. Que se declare un fuego que lleve a una resolución.
El infierno está bien. Es bueno vivir en el infierno. Claudio hiciste algo mal. Yo tengo mi historia personal.
Desde todas las tradiciones, se pone énfasis en borrar la historia personal. Pero como Isa tuvo que cumplir cada una de las profecías, o al menos tenía que hacer constar que cumplía la mayoría... el camino personal, la historia tiene que ser contemplada.
El camino del padre, de la madre, los ancestros deben ser honrados.
Tan solo en la época moderna se deja de lado a la familia, y te dan una pastilla. Te devuelven a casa, ...para vivir.
Para mí el término medio está bien. Pues tengo una historia personal que cumplir todavía.
Para mí el término medio está bien.
El infierno puede durar todavía un poco más. Tal vez los próximos veinte segundos que me restan de vida. O tal vez los siguientes otros veinte.
Veinte segundos de valor o veinte segundos de pánico.
Se pueden romper esquemas. Pero me mandaste un médico. No hay recetas. Las recetas sirven para prescribir un fármaco, una fórmula.
Si hay que romper, cada uno debe llegar a un modo de romper. Pero no hay un único modo de romper. Esa es mi opinión personal.
Pero nos vemos dentro de dos años. Tal vez vaya.

Tomo nota de tu opinión. Pero de momento aquí en medio se está todavía tan jodido que hasta se está bien. Más madera. 

Comentarios