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cuatro cuerpos


Tradicionalmente en metafísica se dice que se tienen cuatro cuerpos inferiores.
En alguna otra descripción, de otras enseñanzas, también se hablan de cuerpos, egos o planos.
Por ejemplo en el tarot parece que los cuatro palos de la baraja se correspondan a cuatro cuerpos, o egos, propios del ser.
Si bien es malo generalizar, también es necesario explicar un poco algunos conceptos. Que normalmente unas informaciones están relacionadas con otras. 
Si bien no necesariamente hablen de lo mismo, pero tal vez por semejanza se pueda pretender aclarar, cada persona por sí misma, qué necesita saber en ese momento.
No puedo dejar de decir, que por mucho que creamos tener una idea clara en la mente, hasta que no se plasma en palabras, no sabemos ni podemos saber el alcance que abarca una idea.
De todos modos ya tengo bastante asumido que en esta vida, todo lo que importa, no se puede saber a un nivel consciente. Lo que realmente importa y lo que realmente sucede... sucede a nivel inconsciente.
Es todo lo que hay debajo de la superficie marina helada. Mientras un bloque de hielo transita flotando por la superficie, a lo que hay que prestar atención es a saber que lo que mayor peso tiene está debajo.
Todo lo importante sucede a nivel inconsciente. Por lo menos en el lenguaje no verbal. El cuerpo no miente.
El cuerpo físico es el resultado final y donde se da lugar la manifestación de los otros tres cuerpos.
No se trata de que sean cuatro cuerpos separados. Más bien están en relación. Pero hay que entender que esta relación se produce de determinada forma.



Y tiene un orden en el que se produce una relación entre los cuatro cuerpos. Para su buen y correcto funcionamiento.
Si bien, una vez que se alcanza un determinado desarrollo, tal vez el funcionamiento puede ser distinto. Pero para eso se debe adquirir una madurez tras un correcto funcionamiento del sistema.
Es bastante acertado el plantear que lo lógico es que la relación vaya en el sentido en el que primero existe un pensamiento. Este pensamiento produce un sentimiento y como consecuencia, surge el deseo.
Es decir ahí tenemos un triángulo que viene a conformar un principio básico. 
Que si todo va bien se concreta en un cuerpo de la creación.
Es un poco como la trinidad. Se puede formular como una trinidad.
Es decir, están los dos abordajes que se hacen de la realidad, desde dos puntos distintos.
Es decir, desde un modo tradicional de ver las cosas, un principio femenino y un principio masculino vendrían a abordar el hecho de una realidad desde un punto de vista del intelecto y otro desde el sentimiento.
No digo que hombres y mujeres asuman estos roles. Más bien, se trata de que cada ser, por mero hecho de existir, ya porta en sí mismo estas dos actitudes a la hora de abordar la existencia. La realidad.
Pero es cierto que por lo general las mujeres tienen a comportarse desde un comportamiento que les es propio como también los hombres se comportan desde un modelo de comportamiento que se podría identificar.



Sin gran temor a generalizar, estamos de acuerdo que los hombres tienen pene y las mujeres vagina.
Espero que lo haya dicho bien, sin caer en falta de respeto a nadie.
Antes que nada hay que saber que lo primero que nos tocan a los seres pensantes y sintientes, es ...los putos huevos, ...y los ovarios.
Que a la hora de comer hay que saber quién pone la mesa y quién recoge.
Al final resulta que de un modo u otro, para el sexo nos terminamos por poner de acuerdo, porque joderse, hay que joderse.
El deseo así lo exige.
Un centro del ser sería el centro intelectual.
Otro centro o ego sería el del sentimiento.
Y del encuentro entre ambos, se produce un deseo. Desde un centro en que es ineludible que toda acción tenga como intención el crear algo.
Lo que se crea o se cree, ya después se verá. Pero que se trata de hacerlo, pues es de lo que se trata.
Así que como todos estamos bastante consensuados a la hora de saber, que hay que hacerlo, siempre nos podemos poner de acuerdo para hablar.
Es cierto que al hablar se dicen las cosas. Pero tan solo tiene como objetivo el hecho ineludible que se tiene que hacer algo.
Sino, a ver para qué estamos aquí, en la existencia.
Así que el deseo nos lleva a hacerlo y podemos hablar de ello.
Si bien, de lo que más nos cuesta hablar es en realidad, de lo que hay.
Es decir, de lo que más nos cuesta hablar es del objeto de creación.
Nos cuesta hablar de nosotros mismos.



Es como que para hablar de sexo, siempre encontramos el modo. Pero que no me toquen el bolsillo.
Es decir, el ego resultante es el objetivo de todo el proceso y se concreta en el cuerpo físico.
En los cuatro palos de la baraja supongo que sería el que corresponde a los “oros”.
Es decir, tradicionalmente para la supervivencia el tener una descendencia suponía que en nuestros últimos años, tendríamos una buena vejez. Puesto que nuestros hijos nos cuidarían.
No hace tanto tiempo se decía que los hijos venían con un pan debajo de un brazo. Supongo que tras un tiempo de lactancia se les ponía a trabajar y a ayudar en el mantenimiento de la casa.
Los tiempos cambian. Es cierto.
Los hijos son los depositarios de nuestros genes. Del conocimiento adquirido que podemos transmitir con nuestro ejemplo. Y también perpetúan una serie de programas familiares que requieren de solución, dentro de un mismo árbol transgeneracional.
Que se acuerden de la madre de uno es como que no cabrea mucho. Que nos toquen a la esposa, ya es como que nos jode. Pero ya que nos toquen a los hijos, la cosa ya como que es más como que no está tan claro.
Es decir, los hijos son lo más valioso. Son el resultado final y manufacturado de todo el proceso.



El cuerpo físico realizado, es que cuenta al final de todo.
Pero está sujeto a comerciar con él. Es decir, se pueden tener más.
Antiguamente se daba gran prioridad a los hijos primogénitos. Es cierto. Tal vez porque al estar más crecidos, daban mejor las ostias. Y eran capaces de defender mejor el territorio, y si ya no tenían que mamar de la teta de la madre, pues como poco, patada en los huevos de quien pudiese meterse con la familia, pues eran capaces de pegarlas.
Había que priorizar. En lo que se refiere a los hijos, antiguamente se tenían que sopesar algunos factores, en orden a que la familia se pudiese sostener.
Sé que he hablado de modo muy general y he mezclado conceptos.
Pero creo que está claro que el intelecto se encuentra con el sentimiento y en esa fricción entre ellos, el roce hace el cariño, la cosa se calienta y surge el deseo. Se calienta la cosa y se mete el pan en el horno.
Y sale un bollito.
Un ser que nos servirá para asegurar el sustento y la supervivencia de la familia como tal.
Es el deseo lo que deviene creación. Desde ambos enfoques desde los que se puede abordar la existencia, lo que tiene más sentido es que se está para lo que se está.
Y se desea concretar la existencia, en existencia.
Ya sea para transmitir el conocimiento, ya sea el prolongar lo que es la propia vida.



La existencia no tiene mucho sentido en realidad.
Si no le encuentras un sentido, pues mueres.
La existencia simplemente no tiene más sentido que ella misma. Como valor en sí misma.
No hay mucha diferencia entre vida y muerte.
Es preferible vivir. El ser vivo tiene una intención. Y trata de perpetuar esa intención. Cada cosa en la existencia porta una información.
El sentido de la existencia es pues, el buscar un sentido a la propia existencia. El descubrir el sentido no ya de la propia vida, sino del por qué estamos aquí.
Esto no tengo ni idea qué quiere decir en este momento. Ya se me ocurrirá algo. Pero lo cierto es que el sentido de la vida no lo tienes que buscar en ninguna parte.
Te lo pueden decir, pero si no significa nada para ti, por mucho que te lo digan, no es cierto para ti.
El sentido de la existencia es algo que resuena contigo.
El propósito de la vida es el perpetuar la propia vida.
Y si no tiene sentido la vida, ¿Para qué vivir?
Es cierto que hay mucha gente que va como muerta por la vida. Y seguramente lo están. Por lo menos, tal vez hay gente que estaría mejor muerta.
Pero si se está en esta vida, si se está en esta vida, es seguro que se trata de que hay, por lo menos una razón.
Basta el tener una sola excusa para cagarla. Pero está claro que para existir, tan solo basta el hecho de que se está.
Se está hasta los putos cojones, si se quiere. Pero se quiere.
La persona que está jodida y hasta los huevos, tiene una información que transmitir.
La persona que transita la vida al filo de la vida y la muerte, tiene que encontrar bastante gracioso que nadie le venga con problemas menores.
La vida.
La vida es sagrada.



También hay que dejar constancia de un apunte. Y es que la información tal como baja y se concreta. Después vuelve de retorno.
Una persona tiene que nacer y desarrollarse. Después del devenir de creación que hemos descrito.
Pero una vez que se ha alcanzado el nacimiento o existencia de un cuerpo. Lo que toca es que la información que ese cuerpo porta. La intención de ese ego, cuerpo, ser o lo que sea que exista... tiene que recorrer el camino inverso.
Todo lo que sube baja.
Toda existencia que viene desde lo alto y se concreta en lo físico, desea retornar a un plano superior y elevarse.
Tal vez al aspirar a ser Dios. Al querer alcanzar la inmortalidad, el hecho concreto lo que desea es elevarse y volverse un ente cada vez más espiritual.
Es camino de retorno.
La vida es una calle de ambos sentidos.
La existencia está en estrecha relación con la otra existencia. La inexistencia.
El número imaginario que tan útil es para los matemáticos a la hora de resolver problemas, no importa si es cierto que exista o no.
Un número imaginario sirve para resolver problemas y se utiliza.
Lo sano es saber que ambos planos se enriquecen el uno al otro.
Y sí, envejecer en paz y con serenidad es algo que todo el mundo desea. Marcharse de este mundo con la tarea hecha. Con la conciencia tranquila.
Y con la añoranza de regresar al hogar. Tal vez en medio de una gran confusión de chispas que llenen todo el universo. Un ¿Orgasmo?





Me quedo pensando: 
Ésto. ¿No se parece de forma alarmante...?
¿A un trijuelo?

















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