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cartas a la Luna #1

Sábado 11-02-2017
19:41 Horas.


EL LADO PASIVO



Escritor. Ser escritor. Me parecía una buena idea. Pero no lo soy. Escribo, todo el mundo sabe escribir. Escribo en un blog.
Pero no tengo el oficio.
El oficio se hace a base de frustración diaria, nada de epifanías ni nada parecido. El oficio de escritor se hace con el tiempo y con trabajo.

Claudio Naranjo dijo: “Hay que trabajar”.
Yo lo que he hecho desde entonces es meterme en la terapia que he podido permitirme. Y me he metido en terapias fuertes.
Toda mi vida, no podía hacer nada. Pero “imaginaba que haría grandes cosas”.
La vida no va de hacer grandes cosas.
Tal vez va de hacer algunas pequeñas cosas, a diario. La constancia, la paciencia. Son virtudes que valen la pena.
Ahora tengo un problema. Hace días que, tal vez un mes o más, que hay movimiento en mi vida.
Mi cuerpo está respondiendo con pies hinchados, que no me permiten trabajar. Y...
Hay mas. No ceso de pensar en una gran partida de ajedrez.
Sé que es una tontería.

Recuerdo de joven, de coger fiebre, y pasarme toda la noche sudando y jugando al ajedrez. En sueños. Esa es una experiencia horrible.
Ahora me siento impulsado a esa situación, a mover ficha.

En el tablero, mi dama se tiene que mover. Y cuando yo me movía en un círculo de ajedrez, me limitaba más a mirar que a jugar. No sé. Tal vez era miedo a perder, tal vez a verme expuesto.
Hasta ahora juego, con las piezas negras. Y mi dama se ve cada vez más incómoda, allí en medio del tablero.
Se preparan jugadas forzadas.
Tal vez el gran maestro que analiza la situación no tenía prevista esta jugada. Que mi dama pasara a primer plano.
Tal vez pensó en un simple enroque. En el ajedrez, la jugada del enroque es la única en la que se pueden mover dos piezas al mismo tiempo. Bajo determinadas circunstancias.
También es la única jugada, el enroque, en la que el rey puede mover a la distancia de dos casillas.

El rey puede resultar ser un patán. Durante toda la partida, se le ve muy limitado. Pero en los finales, usualmente juega un papel predominante. Tiene acceso a las ocho casillas a su alrededor.

      ¿Qué haríamos sin el rey? La cabeza del rey, cortarla y mostrarla en alto. Como muestra de la habilidad ante el adversario. ¡Uf! Eso, es importante.
Claudio Naranjo en nuestro segundo encuentro, ya terminando, estaba hablando de diversas frases que podían servir como filosofía para lo que viniese.
Sabemos que Claudio es un guerrero, que le va “el esfuerzo más allá del esfuerzo”. Ese tipo de cosas. Es un tipo que se merienda chamanes todos los fines de semana.
Y tal vez Claudio sepa jugar al ajedrez y hacer un enroque. También saber que las damas tienen su peso.
¿Pero tuvo en cuenta a la dama negra? ¿A mi dama?
“...el estudio de sí”, bueno, dijo alguna más. Pero yo lo escuchaba de lejos, en segundo plano. No fue hasta que llego a “No hacer nada” que fue cuando le miré. Es más, casualidad, lo dijo con un gran énfasis. Lo gritó, le puso fuerza.

Ahora me toca mover a la dama. Parece que en ajedrez a la dama se le otorga gran valor.
Sin embargo, el papel femenino siempre ha sido, de otro modo. No digo que la dama no sea poderosa. Digo que en la vida el papel femenino, ha jugado un papel receptivo.
Y ahora la dama, mi dama, se ha movido. La dama negra, la que estaba en sombra.

Siento la dificultad de asumir un papel activo. Yo hace mucho tiempo que he trabajado de cara al público. Y ahora tengo que redefinir mi relación conmigo mismo y con el mundo.

Esa es la jugada incómoda que voy a tener que estudiar. Cómo pasar “de no hacer nada”, papel pasivo. A tomar un papel activo y exponerme. 

Los síntomas me vienen con un fuerte dolor de pies. Hinchazón. Desde día de Nochevieja, gota. 
Escribo esto con un par de bolsas de congelado en los pies. ¡Duelen!
Siento que no puedo pasar de aquí. Que si paso de aquí, algo tiene que cambiar.

Y tengo una idea recurrente.
Con Claudio me rompí. Pero no fue la única vez. Hubo un segundo brote, que me salío dos años después.
Y está mi medicación, la olanzapina. 10 mgrs. El valium usual, de cinco.

Siento un gran rechazo a tomar, a asumir ese papel activo. Y me han salido esos sentimientos. Todo cambia. Y cambia rápido.

Si yo viviera aislado del mundo, no importaría. Pero tengo compañeros de trabajo y una responsabilidad.

Krishnamurti dijo una vez (más o menos), “Lo único que me diferencia de ustedes, es que a mí no me importa”.

Yo sé lo suficiente como saber que eso no es cierto para mí.




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