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un ramito de violetas

Domingo 26-02-2017
0:04 Horas.


Alicia frente al espejo


Para elevarse, hay que cavar.

Eso me dijo Alicia Consuelo Gonzálvez Campos. Dedicó toda una sesión para explicarme ese concepto.

En la siguiente sesión, y sucesivas... cambió su estilo de terapia y optó por un modo que yo llamaba, para mis adentros, de “té con pastas”. Mera conversación intrascendente.

El algún lugar del camino nos perdimos. Tal vez si yo hubiera tenido dinero para más terapia habría encontrado un nexo en común.

Alicia ya me había ayudado en alguna otra ocasión. Esas no son formas. Cada uno debe seguir hasta donde llegue. A mí me cuesta trabajar. 

“Hay que trabajar”, y todas esas zarandajas.

El caso es que, fue el momento de dejar la terapia. Por circunstancias, pero muy adecuado. Ya no podía avanzar más. Hay veces en que por más leña que se eche al fuego, no nos llega el calor.

Y el frío invierno, también por su naturaleza cruda, tiene lecciones que mostrarnos. O colocarnos en nuestro lugar a bofetadas.

Llevo muchos años esperando que lleguen las bofetadas. Eso se quita con cherry plum.

El distanciamiento con Alicia...

Yo acudía a terapia y sabía lo que quería contar. Ella no me dejaba, y me forzaba a una conversación más liviana.

Me saqué un as de la manga: ¡He escrito algo! ¿Podría leerlo? -Eran cosas que quería decir. Y ese fue el modo de poder decirlas. 

Llevar unos escritos a terapia, y meterlos a cuña. Ya que de otro modo no encontraba forma de decir lo que quería decir.

Alicia me dijo que escribiera un blog. Poco antes de separarnos. 

Alicia es mi psicóloga. Siempre. Ha sido, todavía hoy, el trabajo más importante; sistemático, completo. Tal vez no el más profundo, pero dentro de lo que ella hace, ese tipo de trabajo es serio. 

Y me consta que en los años que llevamos separados Alicia ha crecido de un modo exponencial en su linea de trabajo.

Por mi parte, creo que sé mejor lo que quiero. Otra cosa, es poder escribir lo que quiero. De momento, eso está por escribir. 

Tal vez en una servilleta de papel en un momento perdido entre todas mis muchas obligaciones y deberes.

Dejo claro, que considero que se podría entrar en una madriguera de conejos... 

parece que ya estemos rascando la tierra alrededor, para poder acceder al interior; y ya me pica, la curiosidad.

Desde luego no me creo digno de escribir unas líneas para nadie.



Alicia me dijo que escribiera un blog. En ese momento, fue acertado. Mi vida tenía lagunas, abismos, muy importantes. Todavía hay fosas abisales en los que abismarme. Y no lo considero bonito ni didáctico. 



Busco la soledad. Es importante. Supongo que se trata de autocompasión. Supongo. Un pozo ciego del que no se puede salir. 

Pero yo, mi ego me da unas razones para buscar la soledad. Y a mí me valen. Tal vez es que no conozco otra cosa. Y en estos días en los que tantas cosas me pican, diría que esto en particular, escuece.

Se casa la pequeña. Dentro de un mes. Cabrona. Espero que ella y su pareja me den muchos sobrinos. El tío quiere a mi hermana, y eso está bien. Pero espero que no la cague. 

Es importante no cagarla. Eso lo sé.

Sé que es importante no cagarla, porque yo toda la vida, he sentido que no iba. No funcionaba. Nada ha funcionado.


Hay dos puntos claves en esto.


Sócrates tenía la virtud de saber que no sabía nada. Y se tomó la cicuta. No pasa nada, el hombre sabría lo que se hacía.

Por mi parte, corro el peligro de saber cuál es el próximo pensamiento que quiero escribir. Y poco más. 

Y creo que eso, es saber demasiado, o demasiado poco.

Tampoco es que me importe. Bueno, sí. Me importa. Lo admito. Pero es que las flores que alcanzo a ver desde aquí, tienen un colorido que siempre ha sido mi preferido. Y es todo un detalle. Me han hecho gracia, la verdad.

Tengo pensado poner algunas macetas, en la galería. Para plantas de interior. El espacio está, y pienso comprar “algún día” una maceta. A ver si sobrevive. Es un buen plan. Si el mundo fuera perfecto.

Siento rabia, ira. Autocompasión. Mucho de todo eso. Y no sé cómo digerirlo.

Ahí va el segundo punto. Además de no saber qué hacer, también sé que mi vida no funciona.
Hay un maestro. 

Yo lo considero el único maestro cualificado, en el ámbito en el que se mueve. Sus libros no valen, él mismo lo admite. No sabe escribir.

Pero sus charlas y exposiciones, SON MAGIA EN ESTADO PURO. Tiene un método. Y LO VIVE.

Hay pocas personas que vivan lo que enseñan. Yo no vivo lo que escribo.




Jose Luis Parise, vive lo que enseña.
Mejorando lo presente.


De hecho, es obvio. Si quieres aprender de alguien; no aprendas su enseñanza. Debes observar cómo vive.

Es cómo vivimos, lo que hace válido... cualquier otra cosa que hagamos. 

Si todo funciona, es que vamos bien. Si falla algo, es señal de que no es. 


La MAGIA abarca a todo el ser humano. No entiende de partes. Eso, Jose Luis Parise lo tiene muy claro.


Es un buen ejemplo a seguir. Jose Luis Parise.





1:16 Horas.

Antiguamente llegaba el fin de semana, salía el viernes de trabajar y un duro muro me golpeaba. El vacío.

Caía redondo en la cama. Todo lo que fuese que llevase dentro me daba un mazazo que me hacía derrumbarme. Entonces el trabajo iba bien. 

Iba a terapia con Alicia, pero nunca salió en la conversación el tema, de “qué hacía los fines de semana”.

Salvo alguna variación, la masturbación está incluida en un fin de semana. Pero, algo que me preguntaba Alicia, y lo hacía con frecuencia, era preguntar ¿Te masturbas antes o después de meditar? 

Parecía que ambas actividades estaban indisolublemente unidas. 

Yo no recordaba cuál había sido antes que la otra. Pero sí, hasta hace poco el sexo y la meditación han ido de la mano. 

Supongo que ambas tienen puntos en común. La respiración, y la evasión.

He de decir que a raíz de ciertas prácticas terapéuticas, ambas cosas parecen ocupar, un poco más que antes, el lugar que les corresponde. 

De modo que se están volviendo independientes una de la otra. 

Pero sí. Creo que se me hace evidente que toda mi vida ha sido “automática”, y ese automatismo todavía persiste. En la medida que sea.

Considero que el único modo de vivir de forma coherente, sería a modo de guerrero. Al estilo de los libros de Castaneda. 

Esa es una buena fantasía. 

No soy un guerrero. 

No soy sócrates. 

Y no predico con el ejemplo.


A día de hoy, me encuentro con los fines de semana, a veces de repente. A veces los anticipo buscándolos. Y ya no caigo redondo en la cama. O sí. 

Sí, supongo que sí. Voy muy en plan de enano caótico. 

Cuando digo que no predico con el ejemplo, es que es así.

Busco la soledad. La necesito. Me recuerda el ambiente en mi infancia. 

Me gusta mi casa. Me gusta el techo de mi casa. Y las ventanas de madera de los dormitorios. Mi casa tiene buen aspecto, a mi juicio. 

Y me recuerda a mis abuelos.




Es un sentimiento algo arcano.




La soledad ha sido algo que no he podido evitar. Ahora es “algo así como que” la “utilizo”.


Mis maestros me han ensañado a romper. Me he roto. Es un hecho. No pasa nada. ¿O sí?


Creo que busco romper con esa soledad. Eso es muy importante. Re-creo. No el recreo del colegio. Aunque el recreo de mi infancia...

La soledad que hace que te mueras. Esa soledad. Donde no hay nadie que te toque. Y literalmente tu alma grita de dolor.





Este fin de semana tenía un día solamente para estar a solas. Mañana toca familia. Y va un idiota patán, llama a la puerta “como el que va repartiendo flores”, y va y me molesta. 

Está jodido que te interrumpan. Soledad, meditación. Tocarme las narices y las... Eso. 

Y ver películas de chicas. Y llorar un poco viendo esas películas. Eso no tiene precio.





Pero lo que no tiene precio, es cuando después de todo el día sólo, la pelota va y se calma. 

Y siento la soledad. 

Los pensamientos parece que ceden un poco. 

Y la realidad de que no tengo a nadie se hace patente.

Esa es otra cosa que no tiene precio.




Hasta que viene el patán de turno y te quiere dar unas flores. Que no pasa nada, es un detalle.

Después de todo son de mi color preferido. Con su toque de ironía y humor. 

Es que los hombres son unos inútiles, pero ¡qué haríamos sin ellos?




He descubierto que lo que ha parecido una interrupción en mi soledad, con más o menos gracia, es una perla en sí misma.



Ira, rabia, miedo. Y muchas otras cosas más. Son palabras que rondan mi cabeza. 

Están “cosificadas”. 

Esas palabras describen lo que siento. Hacen manejable lo que siento. Pero lo que siento permanece lejano.





Que me interrumpan en mi soledad, me ha servido para “Hallar una joya”. La tremenda autocompasión que siento.





“Hay que trabajar”. Eso me dijo Claudio Naranjo. Pero ya me había dicho lo mismo, cierto logópeda, en mi niñez.

Este hombre le dijo a mi madre, “Señora, su hijo no pronuncia bien, porque no quiere”.





Supongo que tenía razón. Me planté muy pronto en mi vida. 

Creo que me dije: Si esto no se soluciona, yo dimito. Me planto.

Bien pensado, de ahí se puede sacar un aspecto que creo interesante. 

De los grupos de G, en trabajo sobre sí. Las personas responsables de los grupos, pasaban años, repitiendo sin parar a los neófitos que “no puedes hacer nada”.




“Nadie puede hacer nada”.

Esa lección, yo me he encontrado con ella. Pronto.

“Yo no puedo hacer nada”

“Tú no puedes hacer nada”.

Todo “sucede”. No se puede hacer que suceda. Tan solo sucede.





Es una tontería. Pero es una tontería válida. No me aclara nada a mí personalmente. Yo lo he vivido porque he pasado una catatonia. No es ninguna virtud haber enfermado.

Y yo no puedo hacer más que escribir mis reflexiones. Sentir. Esperar. Buscar la soledad a ver si reviento. Bueno, y abrir la puerta al patán de turno, que viene ofreciendo ramos de violetas.

Todo un detalle. Le correspondo con una canción de amor.













Un pájaro caerá,
congelado de su rama,
sin compadecerse de sí mismo.

-La teniente O'Neil









LXXXI

Las palabras que dicen la verdad no son hermosas,
las palabras hermosas no dicen la verdad.
El mérito no quiere persuadir,
la persuasión carece de mérito.
El sabio no es culto,
y el culto no es sabio.
El sabio no acumula posesiones.
Tanto más posee
cuanto más hace por los demás,
y cuanto más da a los otros,
tanto más tiene.
El SENTIDO del Cielo es alentar sin perjudicar.
El SENTIDO del sabio es obrar sin rivalizar.

-Lao Tse.




Tengo la ligera impresión
de que mi autocompasión, y yo
nos vamos a ir a tomar por saco.
Hermosos.

-Yo.














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