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instinto de protección




lo políticamente correcto es putear


        Sí, todavía somos monos. No hemos cambiado tanto.

Yo me miro todos los días al espejo y no tengo tan claro eso de ser mono. Yo tiro más hacia lo de ser una especie de orangután.
Es lo que hay. Tengo un culo grande y pelo por todas partes.

Hasta ahora, la especie ha vivido para la supervivencia. Tiene que funcionar de modo que la mayor parte de las personas salgan vivas.

Es instinto.

El jefe, no es la mejor persona.

En las manadas de gorilas, se le llama al líder “espalda plateada”. No es con mucho el más inteligente, ni el que tiene el mayor instinto de protección.

El jefe, invariablemente y por motivos de evolución, es el que tiene más mala leche.

Y es normal que sea así. Es decir. Razonemos.

Si sucede una migración, a través de un paisaje nevado, difícil, complicado. Y un componente del grupo se rompe una pierna... Entonces.

El mono jefe, toma una decisión. Dice, seguid adelante. Si tiene que pegar cuatro gritos a la manada para que se marchen, los pega. Con autoridad.

Se queda con el compañero herido, compañero antiguo de tantas cacerías. Se conocen, el herido es un compañero querido y buen cazador. Pero la fractura de ese accidente, es fatal.

Se miran a los ojos, lo saben. No hace falta decir mucho. El espalda plateada le da la espalda. No hay cabida para sentimentalismos.

Ninguno de los dos va a quejarse, porque es la vida.


El jefe se ha encargado de dejar atrás, lo que ya no puede seguir adelante. Y la manada, sumisa lo acepta. Con dolor, sí. 

Pero la responsabilidad de dejar atrás a uno de los de su especie. De decidir sobre la vida y la muerte de alguien, recae sobre los hombros del espalda plateada.

La vida y la muerte. Las mujeres saben que la vida es así, y recolectan lo que encuentran para tratar de mantener sus magras reservas durante el viaje.

Y los hombres, sacan pecho. Saben lo que ha sucedido. Y se preguntan si ellos habrían podido tomar la decisión de dejar a un hombre herido atrás.

Estamos programados biológicamente. Dejamos las decisiones sobre las manos más capaces.
La manos más capaces, para tomar la decisiones que a nadie le gusta tomar.

Por eso seguimos confiando en políticos corruptos.


Es normal que confiemos en los políticos. Estamos programados biológicamente.

Nuestro instinto nos dice que si un político es corrupto, será capaz de tomar esa decisión terrible. Una decisión para la que no hay que tener escrúpulos. Esa decisión que salva las vidas de la mayoría.

Sobre el espalda plateada recaen la responsabilidad y las maldiciones. Pero el hecho es que necesitemos un guía que soporte el peso en su conciencia. El peso que sea. 
Hay que tener mala leche, para eso.



Tal vez, por eso seguimos votando a políticos corruptos. Es un programa biológico.

Necesitamos saber que hay alguien que puede tomar una decisión, que nadie más puede tomar.


Somos cobardes. “Alabamos a los héroes. Para que sean otros los héroes, y no nos toque a nosotros tomar esa decisión”.



Todavía no somos hombres en el pleno sentido del término. 

Es la vida. Solamente se necesitan mala leche, dos cojones, o dos ovarios, para que te hagan caso en este país.

Es biológico. Todavía lo tenemos que trascender.



Es curioso, que pese a esto, las especies que consiguen evolucionar, son las que cooperan para la supervivencia.

Tan solo sea que tal vez, tenemos que mirar para otro lado. Si tenemos que seguir adelante.

En el fondo necesitemos saber que hay alguien que nos puede joder. 



O simplemente, dar ejemplo. Símbolos de Reyes, y realezas. Que las clases altas, la aristocracia, esté segura... significa  que ellos se encargan.

Pero eso es una historia, que tendrá que ser contada en otra ocasión...




Seguimos hablando, corazones.


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