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ira, camino a Ítaca




la justa ira


Sábado 7-10-2017
11:37 Horas.

El tiempo se acaba. Un día el tiempo se habrá terminado, y solamente quedarán los justos. Nadie puede saber cuándo llegará ese tiempo, pero es seguro. Nadie sabe cómo será, pues nadie cuenta acerca de él.

Cada uno debe pensar, de vez en cuando, pero no muy a menudo, que a un palmo de su hombro izquierdo, hay una sombra que le habla y le dice que todavía hay esperanza.

Hasta el momento que te toque, dice la sombra.

Tal vez sean veinte años más, o veinte segundos. Pues nada está decidido. Tal vez la actitud. Hay actitudes de muerte. Hay actitudes de vida. Y tienen mucho que decir, pero ciertamente no deciden el momento.

Tan solo aumentan las probabilidades en este juego, de mover ficha. Fuera del tablero.

Hay algo muy cierto. El miedo mata. Y hay situaciones que causan miedo. Tal miedo que haga imposible, o puede que sumamente difícil, el que cumplamos nuestros sueños.

Tiene que haber otro modo. Tiene que haber otra forma.

Sé que el camino está plagado de esfuerzo. Pero en el contrato eso no figuraba. Siento que se trata de una cláusula, añadida a posteriori. ¿Con el correr de los tiempos nos la impusieron?

Tiene que haber otro modo.

No puedo dejar de pensarlo. El camino no debe estar plagado de piedras y ser tan angosto. Sí que hay que sortear obstáculos, y dificultades... es un juego y hay que jugar. Pero no a costa de hacerse daño.

Cada uno elige encarnarse para llegar y mover su pieza dentro de este ajedrez. El premio, la cabeza del Rey. Pero lo que cuenta no es tan solo el desenlace. Que el juego resulte interesante es necesario. Por eso nos dicen que es necesario esforzarse en ganarlo.

Pero ¿Por qué esforzarse? ¡Si venimos a jugar!

No digo que no haya que aportar energía. Pero es la actitud la que nos define. ¿Por qué tengo que hacer algo que no quiero? ¿Por qué tengo que elegir el modo difícil? 

         Y todo, con un gusano, colgando en un anzuelo, que no tiene más propósito que sacarme de este juego.

Tal vez el motivo del juego sea divertirse. Yo me preocupo. Y me preocupo mucho. Pero pienso que en eso me equivoco. Y el juego debe ser un modo de experimentar... claro. Pero lo que yo experimento o lo que dejo de experimentar, no está tan claro.

Depende de mis creencias más arraigadas en mi subconsciente.

El subconsciente no sabe más que de mitos y sueños. Su lenguaje es la poesía y el cuento para un niño, que enfadado, tiene un ataque de rabia. Porque desde siempre no lo dejaron estar tranquilo y sólo. Tan solo quería seguridad y calor. Y ellos le expusieron a mil experiencias.

No se trata que las experiencias fueran malas, quizá. Pero de lo que va esto es que el niño, sigue agazapado sufriendo. ¡Y tan solo es una memoria inscrita en las células que persiste!

El niño ya creció, pero para el subconsciente sigue ahí. 
Y es muy real.

No se puede convencer a un niño que está tan enfadado. Rabia. Rabia.

Hay que contarle una historia interesante, para que se interese y olvide el enfado. ¿Qué le podemos ofrecer? Quiere estar sólo. Pero solamente para jugar un rato con su imaginación.

No estoy preparado para estar con gente, se dice. Necesito tranquilidad.

Pero el enfado y la rabia son cosas importantes. Porque nadie las escuchó. Nadie hizo caso de un niño que sonreía. Además, aprobaba, y no daba problemas. Sino que aguantó todo lo que pudo, y se rompió, cuando ya era tarde.

¿Qué puedo darle a este niño cuya ira se vuelve hacia todos los demás? No hace caso de nadie. Tan solo pide que la ira sea justa. Ojo por ojo, dice. Pero él mismo no sabe cuándo parar, y sigue tratando de equilibrar la balanza, de una justicia, que ya es ciega.

Tan solo pienso que debe haber otro modo. Y que la magia debe ser posible.

¿Cómo creer en la magia, si mataron mis sueños tempranos? Tal vez soñar un poco más, sea necesario.

No me comprometo a nada.













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