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basura


El trabajo.
No es que yo no trabajara. Si algo tengo que entender es que si he llegado hasta donde he llegado... me refiero, a mi edad y estando vivo, será porque algo he hecho bien.
A día de hoy me mantengo, del modo que sea y dentro de unas posibilidades. 
A mi padre nunca le pedí mucho. Pese a que “nos lo daba todo”.
Escucharle proclamar que nos lo daba todo implicaba en mi caso que solamente me atrevía a pedir lo justo como para esperar que él pudiera darme ese poco.
Nunca recuerdo haber superado ese nivel. Es decir, nunca le pedí más de lo que podía dar.
Nunca tuvimos paga semanal ni de ningún tipo. Se suponía que los padres tenían que darles todo a los hijos. Pero eso se traducía en que cada uno trataba de pasar con lo que se pudiese compartir.
Y había competencia. Tres chicos seguidos.
Siempre tuve dudas, acerca de medir mis propias fuerzas.
Mi padre, en su papel de padre, era un estrepitoso fracaso. Trabajar con mi padre era un suicidio a nivel de autoestima. He tenido que reflexionar mucho porqué era un tipo tan ridículo, a la hora de trabajar con sus hijos.
"Eres un inconsciente, siempre has sido un inconsciente y siempre serás un inconsciente".

Creo que tal vez era más un completo desastre al tratar de ser padre, conmigo, por razones que atañen a mi madre.
Y he tenido que tener las antenas puestas durante décadas, para captar lo que se dice, tanto como lo que no se dice. O lo que se dice, en vez de lo que se ha pedido que se contase.
Así que lo que tengo es una mera especulación.
Una historia que me sirve. Una historia que me sirve a mí y solamente a mí. Es como un sueño. Es una historia onírica. No es cierta, ni verdadera.
Salvo por una única cuestión. Es el significado que yo le atribuyo.
Como dijo un afamado psiquiátra, los sueños no son más que el producto de la limpieza que se produce al dormir y deshacerse de los desechos de los vasos neuro... “palabra extremadamente técnica”.
Sabemos que a veces cuando queremos no entrar en detalles, soltamos un latinajo. Eso hace ver que sabemos latín. Pese a lo cual, y sabiendo latín, tal vez no tengamos idea de lo que decimos.
Un sueño, una interpretación de una historia, o bien lo que es la interpretación de un sueño... tengo muy claro que no son más que basura procedente del cerebro.
Eso es así.
Pero mi opinión personal, es que si quieres saber algo del modo de vida de una persona, al primer lugar donde debes dirigirte a mirar, es al cubo de basura.
El estilo de vida de una persona, o de una familia, es lo que se ve reflejado en la basura que producen.
Después queda la interpretación que cada uno dé de cómo sucedieron los hechos.
Es bien sabido que en una misma familia hay personas que se enferman. Hay otras que no. Es la misma genética, la misma historia familiar. Pero hay una estructura distinta.
Yo estoy loco. Tengo esquizofrenia. Mi locura no es de ver patrones, sino de ver señales.
En la película de “Una mente maravillosa”, el matemático y también enfermo mental, buscaba patrones.
No es mi estilo. Yo más bien busco señales. Como a modo de augurios. Hay otras cosas desde luego.
Se abren puertas a energías. Con lo que puede ser que me agote. Para trabajar, suelo perderme en divagar.
El tema del trabajo, sí.
Nunca tuve muy buena opinión de mí mismo, respecto al tema del trabajo.
Hace unos años, mi padre me dijo que yo no valía para trabajar.
Un modo como cualquier otro de decir algo, sin llegar a decirlo.
Tal vez tan solo quería llamarme marica y su corto cerebro no alcanzaba a representar esa palabra para un hijo suyo.
Si yo soy marica, mi padre es todo un hombre. Pero para ejercer de padre... más bien no supo.
Como ya digo, puedo entenderlo. Tal vez él no entienda que yo “no sepa trabajar”. Pero yo puedo comprender que él no haya podido, siquiera hablar de temas que tuvieran que ver con la más mínima responsabilidad, con sus propios hijos.
Yo sé que él tenía sus condicionamientos. Porque yo he tratado de comprender los míos.
Él a lo que yo hago no le llamaría trabajo. Pero yo a mi padre, sí le llamo padre.
Se ha ganado que le llame padre, no porque él haya sido una figura paterna. Sino porque la vida me ha hecho comprender a mí, que cada uno hace lo que puede, con lo que tiene.
Desde luego, si mi padre no ejerció plenamente de padre, sí que fue hombre. Y hizo que tuviéramos una infancia interesante. Llena de aventuras.
Pese a llevarse mi padre todas las estrellas doradas, y la atención de mi madre. Eso, le dolería al tío Edipo Rey. Pero a estas alturas, sabemos que ya de lo que va la vida, es de llegar al final de la vida, con vida.
Mis padres lo han hecho. Y he de decir, que sin muchos conocimientos, sacaron a su familia adelante. Después cada caso, es un mundo.
Tal vez ellos no podían entender a sus hijos de forma individual. Pero sí que han formado una buena familia.
Por mi parte, hay dolor. Pero asumo que ese dolor, es mío. Porque ese dolor procede de mi propia interpretación.
Dos hermanas, tres hermanos. Muchas historias. Pero yo intuyo que solamente puedo poner una palabra detrás de otra.
Ni siquiera tengo control sobre lo que escribo. Porque la historia, hasta que no se escribe, no es historia.
Es lo que pasa con el pensamiento. Si no se plasma en algún lugar, de algún modo, y por mucho que tengamos un pensamiento claro, si no se plasma de algún modo, el pensamiento no existe. No pasa de ser una bioquímica del cerebro.
Aquí digo que tengo una enfermedad mental. Eso no es una excusa, ni es válida de ningún modo para excusarme.
Mi psiquiatra puede corroborar en cualquier momento que estoy perfectamente lúcido y estable.
La psiquiatría no cura la enfermedad mental, al igual que la medicina no cura un ácido úrico. Pero nos ata al miedo de estar todos los días (cada día, pendientes y con sumo cuidado por conservar el control) que los médicos nos recetan en forma de pastillas.
¿Quieres seguridad? ¡Otorgame el control! Sí, claro. Por supuesto. El resto de mi vida.
El sistema funciona. Y estoy contento de tener un sistema sanitario tan bueno.
A día de hoy el miedo sería un buen tema. Pero también podría serlo la rabia.
Por supuesto, la posibilidad de que me bajen la medicación con el fin de sentir algo, tan solo hace que mi psiquiatra ponga una cara rara.
Cuando se tiene una enfermedad mental, hay cosas que no se está permitido sentir. Y tú, que lees esto, tienes una enfermedad mental. Es tan probable desde el punto de vista estadístico que me atrevería a decir que ya tomas pastillas para tan solo poder dormir.
No te preocupes. Es normal.

Mi padre hizo una lista mental de todas las situaciones de rabia, y salidas violentas y extrañas que tuve de niño.
Es bueno, saber que pasa algo. Incluso está bien tener una lista bastante definida a nivel mental.
Pero ni mi padre ni mi madre hicieron nada, ni nada se podía hacer. Tuve que romperme en pedazos para que se preguntasen ¿Quién era yo? ¿Qué había pasado con ese niño que pensaban que tenían?
Al mismo tiempo que yo, empecé a indagar en esas mismas cuestiones.
No tengo ni idea de lo que voy a escribir. Puesto que las ideas, no están maduras.
Lo cierto es que siempre he dejado que las ideas cayesen por su propio peso, como la fruta de los árboles, a su tiempo.
Que me apremien me toca los putos cojones.
Pero ya que no sé trabajar, tal vez pueda hacer lo que hizo el burro.
El burro, no supo nunca terminar el trabajo con la cola, matar al moscardón cojonero. Ahora parece que toca hacer ese trabajo con la lengua.
Y ni siquiera sé por dónde empezar, ni qué saldrá. Tal vez yo tenga algo de escritor. Si tan solo sea porque me siento un verdadero fraude, sentado al teclado.
Dicen que los escritores sienten eso, que son un fraude. En realidad es parte de todo proceso creativo. Lo leí. Lo decía el gran dibujante de la serie de dibujos animados del coyote y el correcaminos.
Cada vez que se ponía a crear algo, partía completamente de cero.
Supongo que mi padre al trabajar, sabía lo que hacía. Pero yo no lo sé. Al final de la vida mi padre tiene una amplia experiencia en colonoscopias.
Pero tiene una fuerza que hace que mi madre ya no soporte ni llevar los putos audífonos.
A la vejez, yo le podría dar un consejo a mi padre.
Papá, deberías desarrollar, antes de morir, una mayor mano izquierda. Tal vez tu entorno lo agradezca.
Yo soy orgulloso al decirte eso. Ese tal vez sea nuestro último pecado sobre la faz de la tierra, antes de que los cielos se abran para ser llevados por una cohorte de ángeles.
Si tu Dios te lo concede. Yo estoy enfadado. Y sé que no tengo razón para estarlo. Pero si tú te sientes orgulloso de tí mismo, yo me reservo el derecho a compartir mis pensamientos.
Puedo afirmar que son mis pensamientos. La vida, las circunstancias de la vida hacen que no quiera llevarmelos a la cama.
Ni a ningún sitio. En realidad, si comparto algo, es para que desaparezca.
Sé muy bien que todo pensamiento es, no más que el fantasma de algo que ni siquiera existe. Pero causa estragos en el organismo.
Quién soy, qué soy. Para qué estoy aquí. Tal vez no sean cuestiones importantes. Pero si barro las cosas bajo la alfombra, tal vez deba esperar otros cincuenta años antes de que mis hermanos se dignen corregirme.
Ira y rabia, nacidas del más terrible aburrimiento.
Supongo que sería una locura no escribir y hablar de fantasmas de navidades pasadas, presentes y futuras.




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