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pagar a dios
















Miércoles 13-07-2016
12:57 Horas.


para abrir la lámpara de Aladino...
hay que frotar





Para avanzar en este río, para pasar a la otra orilla. No basta con que las fronteras no estén muy bien definidas. Si pudiese tener facilidad para tratar con el subconsciente, no sería diferente, ni más fácil.


Sería como tratar con un niño. Un niño grande, pero niño después de todo. Podría pedirle lo que quisiera, pero a los niños tenemos que darles un caramelo, algo dulce, para convencerlos de que los queremos.


Tal vez se trata de que al inconsciente se le puede hablar. Pero hay que pagar el precio. Si queremos algo, tenemos que pagar. Cualquier enseñanza que no nos pida un precio, tan solo puede aspirar a servir de ejemplo. A veces basta con eso. Pero la mayoría de las veces, hay que hacerlo uno mismo. Pagar, o currárselo.


Funciona así. Hay un equilibrio, una energía, una moneda de cambio. Nadie da nada gratis. Y si queremos algo de ese subconsciente, tenemos que ganarlo.


Tanto si se trata de Dios, como si se trata del César, hay que pagar. Hay que pagar. Cuando una persona muy importante para mí, en aquel entonces, me hizo notar que, hay que trabajar. No se trataba de una observación gratuita.


Hay que trabajar. No se trata de que el dinero tenga un valor por sí mismo. Pero sí que es necesario saber que todo tiene un precio.




















Tal vez en el cambio de era, simplemente asumamos que el papel del dinero, no es bueno ni malo. Simplemente es necesario plasmar en un trozo de papel algo que de hecho ya está ahí.


Así que todo esto va de merecer. Hacer méritos. El subconsciente es el genio que nos lo da todo. Simplemente tenemos que convencerlo. Y para eso la moneda es el esfuerzo. Definitivamente, el dinero no es la respuesta. Pero el esfuerzo es algo que no podemos obviar.


Ya sea en dinero, esfuerzo, o cuidados, al genio de la lámpara hay que sacarlo a base de frotar. Puede que encontrar la lámpara sea fortuito. Pero los deseos, y su cumplimiento, tienen sus propias reglas.


Hay que saber qué se desea. Y para obtenerlo, hay que pagar el precio. Nadie tiene más de lo que se merece. 


Se le puede llamar karma, ley de acción y reacción, la ley de la atracción, la justicia es ciega. Recordemos que la justicia posee una balanza. Todo está bien medido. ¿No hemos oído decir que Dios nunca nos da nada que no podamos soportar? Eso es cierto la mayor parte de las veces.


A la hora de ser merecedores, no importa que tengamos entre las manos la lámpara de Aladino. Unos no sabremos qué pedir, y otros, sabiendo qué se desea, no sabrán o no querrán pagar el precio.














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