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bajo tres metros

¿Algún problema soldado?


¿Hay alguna diferencia?


Me gustaba bucear. Me servía para evadirme. Los amigos de mi hermano se cruzaban la piscina de un tirón, por debajo del agua.

Estar bajo el agua me gustaba. Esos veranos no tenía que ir al colegio. Y el agua, era relajante. Me sentía bien en el agua. Yo creo que el agua me ha servido de refugio.

Los amigos de mi hermano eran rápidos y ¿Cuánto tiempo podían aguantar la respiración? No les hacía falta estar mucho tiempo sin respirar. Si bien, el esfuerzo que hacían en llegar al otro extremo era grande.

A mí me gustaba también cruzar la piscina buceando. Pero me solazaba en pensar que yo lo hacía mejor. Me tomaba mi tiempo. Ellos tenían la fuerza, yo tenía tiempo libre.

Así que tal vez, apenas entrar al agua no tenía suficiente fondo como para aguantar mucho. Pero cuando llevas una hora en la piscina, algo pasa. Aguantas más tiempo.

Y supongo que se trata de practicar. De intentar varias veces. Los pulmones van captando la idea. 

Me pasaba horas en el agua. Mejor si era debajo.

Allí nadie me veía. Y tenía eso que tomé por costumbre, todos los días al bañarme. Trataba de cruzar.


Me tomaba mi tiempo. Supongo que cuando no tienes otra cosa que hacer, estar en el fondo de una piscina resulta en cierto modo un bálsamo. A mí me resultaba curativo.

Allí abajo los sonidos adquieren otro tono. Con los ojos abiertos ves el fondo. Y si te recreas en estar allí abajo, puedes fijarte en las baldosas del fondo. Cómo avanzan, conforme mueves los pies.

Hay cierta tristeza allí en el fondo del agua. Cierta nostalgia o añoranza.

Tal vez es que se trata de soledad. Pero en la soledad también puedes explorar tus límites.


¿Qué pasaría?


Si la piscina es grande, en la parte más honda ¿Cuántos metros puede tener de profunda? ¿Tres?

¿Podré cruzar?

Cuando estás con tres metros de agua sobre ti, después de cruzar la piscina sin respirar... ¿A quién se le ocurre? Te preguntas ¿Y si no salgo? Es decir, si trato de aguantar un instante más.

¿Qué sucede si? Si estoy un momento más bajo el agua. Si observo atentamente cómo mis pulmones se mueren por falta de oxígeno. 

No es tanto por lo morboso de pensar en si mueres o no.

Es más bien la cuestión de que te conviertes en espectador. ¿Qué sucede?

¿Hay alguna diferencia? Tal vez tan solo vas a poder ser testigo de ti mismo unos segundos ¡instantes!

Pero da tiempo de sobra para pensar en las implicaciones. ¿Qué sucede si estás un poco más bajo el agua?

Tal vez pase algo, hay accidentes. Todos los veranos hay algún muerto, por las cuestiones que sean. La resaca.

En la piscina no hay resaca.

Pero qué sucede si estoy aquí abajo, tres metros bajo el agua. Miro las baldosas.

Las veo avanzar al mismo ritmo que yo me muevo, poco a poco, hacia la pared del final.

¿Habría alguna diferencia?

Seguro que mis padres lo sentirían. Tal vez habría un vacío si yo no estoy ¿Me llorarían?

Mis padres tienen más hijos. Y la vida sigue. Hay trabajo que hacer.


Bilbo Bolsón. Escribió una frase que venía a decir... “Se fue. Y como no debía dinero a nadie, nadie preguntó por él”.

Cuando tienes las cuentas bien hechas, no hace falta que nadie pregunte por ti. Te vas.

La gente lo siente. Pero la cosa es que, ya no estás. ¿Para qué darle más vueltas?

Has hecho lo que tenías que hacer. Y la gente lo sabe.


Si tuvieras cuentas pendientes, te seguirían al infierno. Pero si lo has hecho bien, nadie tiene que preguntar por ti.

O tal vez es que no suponga mucha diferencia.

La vida sigue. Un palmo más, un poco más adelante... tocas la pared del final.

Tocas con los pies en el suelo. Te impulsas con fuerzas ¡Y empujas!

Respiras de nuevo.








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