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las diferencias


es distinto


Las niñas, son diferentes. Para despertar, para salir y enfrentarse a la vida. Necesitan alguien que se lo diga. Si no, ¿cómo lo saben?

A los chicos, hay que meterles presión. Para que se crezcan, y se hagan unos hombres.

Hay diferencias.

Después de que las chicas dan el paso, ya hay que dejarlas que cometan sus propios errores. Si bien, hay que estar con ellas. Se dicen ¡necesitamos tener un hombre! Y parece que teniendo un hombre, todo lo demás no importa.

Es como poder descansar la cabeza, sobre el hombro de tu chico. No hay nada mejor. 
Ahí hay un lugar. Un lugar donde estar. La promesa de un hogar. El propósito de toda criatura viviente. Perpetuarnos. 

Estamos condicionados biológicamente. No se trata de superarlo, sino de trascenderlo.

El hombre tiene que estar ahí, para que su sola presencia sirva de norte y saber a quién seguir. Necesitamos una figura que nos guíe, que nos conduzca. Pase lo que pase. Ese es el espalda plateada.

Y la función de lo femenino, es otorgar toda la confianza al hombre. 

Mi abuela, le decía a mi abuelo. “Antoniet, no te preocupes. ¡Ya saldremos adelante!”

Se trata de eso.


        la función masculina


     Los hombres juegan al dominó. Un buen jugador de dominó, juega con las veintiocho fichas.

Las mujeres. Se ponen en la otra mesa, y juegan al chinchón. Con dos barajas. Y allí saben y se conocen.

Las funciones son complementarias.

El tono de las bromas, son distintos. Es decir, los hombres se crecen. Tienen que putearse un poco entre ellos, para darse ánimos. Tener valor. Crecerse.

Si pasase algo, los hombres tendrían que ir a la guerra, y morir si hace falta.

        la función femenina


Las mujeres. Se pican. Y el juego es, despiadado. De hecho, se trata de que se juega con dos barajas. Por un lado está lo que se dice, y se toma nota. ¿Quién es mi amiga? ¿con quién puedo contar?

Si pasase algo, las mujeres tendrían que saber a quién acudir, en busca de ayuda y recursos.
Hay que tener claro a quién tienes y con quién puedes contar.

Y que sepas que tu peor enemiga, en un instante, puede convertirse en una aliada. Es cruel. Pero es cierto. 

El mundo de las mujeres es tan sobrecogedor a veces, que hacen caso de los sueños. 
Porque en los sueños encuentran las respuestas.
Hasta ahora, la especie ha vivido para la supervivencia. Tiene que funcionar de modo que la mayor parte de las personas salgan vivas.

Es instinto.






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