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La primera vez que mantuve una conversación

Puede parecer raro. Al principio de enfermar, comencé con una fortísima depresión para hacer boca, mis padres me llevaron a una terapeuta.
Yo estaba bastante jodido, así que me costó empezar a contar problemas que había sentido que nunca en mi vida había podido compartir.
No se trata de que fuesen cosas graves. Los problemas propios, son propios. Y nuestros problemas son los que nos resultan más importantes porque son los que tenemos que resolver.
Empecé a contar. Y hablaba y hablaba. Ya digo que al principio me costó, pero una vez que empecé no podía dejar de volcar todo el contenido que tenía sobre mí.
Era un peso que quería quitarme de encima. Con la depresión que tenía, por ansiedad, pues claro que tenía muchas cosas que soltar.
Creo que nunca había tenido a nadie para hablar de cosas íntimas, o de tonterías de esas “tan importantes”. Creo que nunca había tenido un lugar donde hablar de lo que a mí me importaba, y lo que a mí me dolía.
No tenía nada que ver con nadie, sino conmigo mismo. Eran las cosas que a mí me hacían daño. 
A otras personas, simplemente les importarían otros temas distintos. Yo iba a hablar de mi dolor, y lo volcaba en terapia.

Pasado bastante tiempo, si he de decir la verdad, pasó bastante antes de que llegase a aquí...
Dejé de hablar.
Llegué a terapia, hablamos un poco, solté cuatro cosas que habían sucedido durante la semana. Y me callé.
La terapeuta y yo nos miramos. Y yo no sabía qué decir.

Desde luego pasaron muchos meses antes de llegar a esta situación. Creo que durante un rato conversamos un poco más, antes de que se hiciera la hora y me marchase.
Pero la terapeuta, me dijo claramente, y yo comprendí que así era, porque lo sentía en mis propias carnes: 
“En todo ese tiempo, es la primera conversación que hemos tenido”.

La verdad es que fue algo que no se puede olvidar.
Se puede comprender si has estado hablando con alguien, de cosas que había que hacer, tareas, o cosas de la vida que ocupan nuestros pensamientos.
A veces sabes que has estado con una persona, y no has hablado.
Pero situaciones y momentos en que realmente, te paras y miras a la otra persona. Sin saber de qué vais a hablar. 
Podríais no estar allí, pero estáis. Y tenéis que encontrar el modo de mantener una conversación.
Es ese momento en el que hay un encuentro y un crecimiento.

Ese dejar de volcar lo que se siente, para pararse y ver al otro. Para hacer algo juntos. 
Conversar. Sin saber muy bien hacia dónde va a parar la conversación y saber que parte de lo que está pasando no depende de lo que piensas o sientes tú. Sino que estás frente a otro, otra persona.

Después en terapia, la vida sigue y continúan surgiendo problemas de los que hablar. Pero después de esa primera conversación se tiene conciencia de que hay una dimensión distinta.
De esto hace ya mucho tiempo. Fue la primera terapia de muchas. Y fue la primera conversación. Dentro de terapia. Yo creo que fuera de terapia, mis “conversaciones” fueron pocas. Nunca me abrí a nadie.
Tal vez por eso hago públicos mis pensamientos en este blog.
Creo que tuve que esperar a enfermarme para poder empezar a hablar.








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