Ir al contenido principal

los ojos muertos de Saigo

El Ninja

El ninja. De Eric Van Lustbader.
Un ejemplo de ambos tiempos

Reseña en la edición de 1995:

“Los ninjas representaban el sector más sombrío de los samurais, asesinos sin piedad, vinculados por el más tenebroso de los códigos del honor y ejercitados en la más mortífera de las artes marciales, tan letales en los caminos del amor como en los ritos de la muerte. Esta es una narración escalofriante y erótica que abarca desde el Japón de la posguerra hasta el Nueva York del presente en una saga inexorable de violencia y terror. Absorbente en grado sumo, es uno de los relatos de acción más sugestivos escritos en los últimos tiempos.”

En esta novela encuentro reflejados varios aspectos de enseñanzas ancestrales que se dan como acervo cultural de Japón.
En El Ninja, se puede hablar de conceptos propios de enseñanzas taoístas, como confucionistas y hasta vernos en medio de un parque perteneciente a un templo Shinto. 

La novela respira de un modo inigualable el ambiente en la posguerra de Japón. Hay que tener en cuenta el año en que se escribió, 1980.

¿Cómo pueden convivir en un mismo lugar enseñanzas tan dispares?

En este libro se me hace llamativa la relación que se produce entre el propio Nicholas y su tía Itami.

Por poner un ejemplo, el extracto:

(...) “Ambos somos intrusos, ya ves, aislados para la eternidad de lo que más anhelamos.
─Pero, ¿cómo es posible? ─protestó Nicholas-. Tú eres una Nobunaga, perteneciente a una de las familias más antiguas y nobles de Japón.
Itami le sonrió como podría hacerlo un depredador, dejándole ver unos dientes blancos y muy iguales brillando con saliva.
─¡Ah, sí! ─exclamó algo jadeante─ una Nobunaga, nada más cierto. Pero eso, como otras muchas cosas en Japón, es pura fachada” (...)

Algo después, Itami prosigue enlazando la historia, como un escalón lleva al siguiente en una sucesión a lo largo del tiempo y el espacio...

(...) 
"─¿Sabes quienes son los zaibatsu, Nicholas?
─Los conozco sólo de nombre ─respondió él sintiéndose una vez más inseguro del terreno que le estaba haciendo pisar.
─Pide a tu padre uno de estos días que te describa a los zaibatsu, ¿quieres? El coronel sabe muchas cosas sobre ellos y a ti te convendría conocerlas. ─Luego dijo, como si ello lo explicara todo-: Satsugai trabaja para uno de los zaibatsu.
─¿Cuál de ellos?
─Yo aborrezco a mi marido, Nicholas. Y, fíjate... ─lanzó una breve carcajada─ sólo tu padre sabe el porqué. ¡Qué ironía! Pero la vida es irónica. Un demonio que te priva de lo que más deseas. ─Las frágiles manos se apretaron en su regazo como los puños de un bebé─. ¿De qué me sirve ser una noble Nobunaga, si he de acarrear para siempre conmigo el oprobio de mi bisabuelo?”
(...)


Este último texto es algo que me sirve como introducción tan solo para situar una única frase, que le dice Itami a su sobrino en la novela:

“El deber es la inmortalidad”. ─Dicho por Itami.

Esa es una frase que define, según opino, el lugar central que ocupa la tía de Nicholas en toda la historia.
Hay una serie de relaciones que giran unas en torno a otras, pero el eje central en la vida de esta mujer está en la aceptación del propio karma, de la propia historia. No solamente suya, sino de todos sus ancestros.

Esto debe terminar, en algún punto.
Nunca había comprendido el alcance de esta frase. Es toda una filosofía. Supongo que confucionista.

“El deber es la inmortalidad”.

No tengo ni idea, en realidad, pero libros como el Tao Te King son esa clase de obras que se renuevan, tal vez con otras palabras, pero la enseñanza subyacente pervive a través de los tiempos.
Yo he podido pensar durante mucho tiempo en la virtud de una enseñanza más de tipo taoísta.


¿Cómo hacer para hermanar ambas visiones filosóficas?
Sin embargo, tanto el taoísmo como las enseñanzas de Confucio perviven en la vida de esta cultura.

        Veamos otro extracto del libro:

“Cuando empezaron a evolucionar el ritmo de una melodía lenta, la muchacha parecía no tener peso, y al estrecharla contra sí él notó el calor de su cuerpo y el juego sutil de los músculos debajo del fino quimono.
─ Nosotros dos somos demasiado jóvenes para recordar la guerra ─dijo ella con voz algo ronca─. Y sin embargo nos afecta una enormidad. ¿No te parece extraño?
─No, a decir verdad. ─Nicholas aspiró el perfume almizcleño de su piel, y se le antojó que hasta el sudor de ella era aromático─. La Historia es una serie continua, ¿no crees? Los incidentes no tienen lugar en un vacío, sino que levantan ondas que se extienden hacia el exterior y, al cruzarse con otras, las hacen cambiar de curso y resultan modificadas a su vez.
─¡Qué filosófico! ─Pensó que la muchacha se burlaba hasta que la oyó reír y agregar─: Pero me gusta esa teoría. ¿Sabes por qué? ¿No? Pues porque significa que lo que estamos haciendo aquí ahora afectará a nuestras respectivas historias.
─¡Cómo! ¿Te refieres a nosotros?
─Sí. A nosotros dos. Un dúo. Blanco y negro. Yin y yang.”

Es una conversación que se da entre Nicholas Linnear, hijo de Denis y Cheong, y una pariente de su primo Saigo.
En la descripción que se da de esta familia podemos observar que en toda dualidad es inevitable que aparezca un tercer factor. Que si bien no es evidente en un primer momento, es inevitable que exista, para que se de la evolución de toda la acción narrativa.
Así, la relación de Nicholas Linnear con Yukio Jokoin hace de puente, a través de lo que solamente puede parecer una eternidad, a través de la bruma del tiempo y la distancia entre América y Japón.
En estos espacios, Eric Van Lustbader nos devuelve a la relación principal. La dualidad entre Saigo y Nicholas.
Una misma familia, dos culturas a la vez enfrentadas como en continua relación a través del tiempo y el espacio.

Los ojos muertos de Saigo miran frente a frente a su primo Nicholas Linnear.

Descubre que lejos de un rival fácil, encuentra a un igual.
Ninja blanco contra ninja negro.

Es un baile que comienza siempre del mismo modo.

“Un viaje de mil millas ha de comenzar con un simple paso”.
-Tao Te King.

         Podría pensarse que el concepto de Tao está más allá del propio tiempo. Al otro lado de la eternidad. 
         Mientras que la moral o conceptos de Confucio tienen su raíz en la sociedad y su desarrollo en estos tiempos que corren, por decirlo con palabras más sencillas.







Comentarios