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viejóvenes


viejovenes

La juventud siempre ha sido un factor de cambio. Pero hay otro, otro modo de surcar los cielos.

Siempre ha habido oportunidades para tomar conciencia. Pero hoy en día los países “desarrollados”, hacen negocios de guerra y expoliación de recursos en otros países. Esas personas migran de sus propias tierras, para buscar una oportunidad.
No es el miedo a la muerte lo que les impide quedarse en la tierra que les vio nacer. Es en muchos casos que tienen que elegir entre un tipo de muerte u otra. Y se la juegan, a la carta que tiene una posibilidad de continuidad.
Entre quedarme en mi tierra y a la larga sufrir una muerte segura, o unas condiciones durísimas, me arriesgo para jugarme la vida en el mar. Y tal vez después, tengo una vida mejor para mí y para los que dependen de mí.
No es miedo a la muerte. Y el cambio ya está aquí.




Tanto es así, que es cierto que el cambio está aquí, que la juventud que siempre ha sido un factor de cambio; desde hace miles de años, la juventud a vuelto las cosas del revés. Ha sido revolucionaria. Hasta que la juventud a recobrado “el juicio” y el hijo pródigo ha regresado a casa.
Tal vez la juventud pierda su arrojo y empuje, para volver a un hogar paterno. Tal vez el hijo pródigo regresa al hogar paterno, desde una madurez. Y hable a sus padres desde unos términos de igualdad.
Pero desde la madurez, la parte de revolución ya ha sido domesticada. Ahora ya se es mayor y se pierde el empuje.
Ya no nos pone tanto el correr aventuras. Se ha madurado. Somos unos viejóvenes.

"Viejóvenes".

Ese neologísmo podría tener dos direcciones. Porque los jóvenes pueden ser más conscientes que nunca que el mundo se ha quedado pequeño. Ahora vivimos más juntitos, a la vez que más separados.
Creo que podemos gozar de una soledad, atestada de seres humanos. A la vez que recibimos noticias de que el mundo sigue siendo más o menos lo mismo.
Yo creo que la juventud sigue teniendo el arrojo de siempre. Pero tal vez les haya entrado el conocimiento antes que a la generación anterior. El que quiere desfasar, lo hace. Pero también hay jóvenes que quieren hacer algo... y lo hacen.
Sin embargo siguiendo con el término, el neologísmo “viejóvenes”, yo diría que hay un nuevo factor de cambio.
Y es el de los viejos. Que acuden a la medicina para mantener la salud. 
        Tal vez la medicina tiene una marcada tendencia a curar.
La medicina posee grandes logros en su haber. El mayor de ellos es que la medicina puede ser muy amable. Hablo con un poco de ironía. Es cierto que la medicina “cura” todas las enfermedades.
Bueno, en cierto modo. La amabilidad viene justo de ahí.
Nos hemos acostumbrado en delegar nuestra vida en manos de especialistas ¿Cómo no hacer caso de lo que dice el médico? No digo que no haya que aceptar lo que nos dicen los médicos.
Los médicos suelen saber mucho de muchas enfermedades. Y las enfermedades están ahí. Es un hecho. Algo tenemos que hacer frente a la enfermedad.
La enfermedad está ahí para hacer algo con ella.
Sin embargo, la solución de la medicina es por lo general, repito, muy amable.
En mi experiencia encuentro que mis enfermedades no son curadas por completo. Son medicadas.
Es decir, no son erradicadas, la enfermedad debería tener una solución. Pero la medicina no encuentra esa solución.
La medicina, y hablo de mi caso particular, es que la medicina ha quitado los síntomas de en medio. A cambio te tienes que medicar 
¿Cómo no aceptar el remedio a una enfermedad que te aqueja?
La mayor parte de las veces aceptamos esta solución, porque es evidente que el dolor cede. Las molestias se van, y podemos hacer “nuestra vida”.
Nuestra vida. Según unos cánones culturales que nos marcan lo que debemos desear. 
Pero es un hecho que si dejamos que nos mediquen, cada noche nos tomamos ese vaso de agua, con “las pastis”, que hay que hablar de forma positiva.
“Las pastis” para estar bien. Siempre se han usado sustancias para distintos propósitos. Ya fuese con motivos de buscar un conocimiento, para curar, o como alimento si hacía falta recurrir a unas determinadas plantas.
Bueno, que el que más o el que menos, ha alterado su conciencia.


café y compañía

Nada más lejos que tomarse un café para despertarse. Todos conocemos a personas que se toman cinco y no es que eso sea bueno, ni tan malo. Es permisible.
O recurrir al tabaco, para estimularse, o para relajarse. Es decir, que el tabaco sirve como estimulante y como sedante. ¡Qué curioso! Porque tener esos dos efectos distintos pueden ser buscados en momentos muy cercanos del día.
Ahora voy a estimularme, ahora voy a sedarme. Pero la sustancia es la misma. El tabaco.
Si en la farmacia nos dieran un producto que tuviera esos efectos, los del tabaco, sanidad tendría que cerrar ese chiringuito, por superchería. 
Y yo he sido fumador. También soy de tomar mucho café. Mi bebida predilecta es el café soluble con agua y hielo. Todos los días.
Es decir, que estos ejemplos no se trata de que los critique. Son ejemplos que van encaminados a tomar conciencia de algo que quiero decir.
Y desde luego, quien toma algo, tiene detrás un propósito, ya sea lúdico o como dopaje, para seguir en la brecha. Porque el estilo de vida pide que no paremos. O para poder parar, y desconectar. 
Hay un propósito en una automedicación. Y se tiene que ser conscientes de que lo que uno busca, tiene que ver con uno mismo.
Automedicarse, con unas sustancias que desconocemos tiene su peligro. Y es necesario recurrir a un médico.
Hablo de que situaciones hay muchas y sustancias muchas más.
Pero apelo al sentido común de cada persona y al conocimiento de que cada uno debe ser todo lo responsable de sí mismo que pueda y sepa.


Pero para qué tanta palabrería.
Una vez que apelo a la responsabilidad y al sentido común, ahora que ya me he curado en salud. Procedo a decir lo que me proponía.
Cuando cambiamos un dolor agudo, y una desaparición de los síntomas. Pagamos un precio.
Este precio es el de que todas las noches tenemos ese punto de prevención, ese punto diría, de miedo. ¿Nos hemos tomado la medicación?
Ahí hay un momento en el que nos preguntamos si hemos cumplido el contrato. ¿Hemos hecho nuestra parte? ¿Nos hemos tomado la medicación o medicaciones?
A cambio de tomar la medicación, lo que ganamos es la tranquilidad. La seguridad de que el padre, la madre, el médico, cuidan de mí.
Y me dan control. Si tomo las pastillas no volveré a pasar por esa enfermedad que me lo hizo pasar tan mal. Si acaso, ese dolorcillo que a veces siento.
Mantenemos un equilibrio dentro de nosotros mismos. Para mantener los niveles en sangre de una medicación, para mantener dentro de unos niveles aceptables un malestar.
Un contrato para no sentir. Y la tendencia es que ese contrato sea de por vida.

Firmamos un contrato a cambio de la seguridad. Una seguridad de que el dolor estará dentro de unos parámetros aceptables.
Eso es un modo de tratar la vida muy amable. La amabilidad de la medicina. 
Cada vez que tomo la medicación, me siento tranquilo. Tengo un cierto control. Al mismo tiempo, que la tranquilidad de cumplir con un contrato. Hago lo que me manda el médico.
Tengo una enfermedad mental. Y me medico también por el ácido úrico.
Ya me dejé la medicación para la enfermedad mental en una ocasión por distintos motivos que no vienen al caso. Y tuve un segundo brote psicótico.
Está claro que tal y como están las cosas “voy a seguir tomándome la medicación”.
Pero me planteo si la enfermedad está ahí. Acechando, atenta a cernirse sobre mí, a la mínima oportunidad.
¿Es que la medicina no cura la enfermedad? ¿Por qué vivo con miedo por si una noche no tomo las pastillas?
Vivo con ese punto de miedo. Y va a ser así cada día el resto de mis días.
Y me pregunto si lograr el control ¿es curar?
También se pasa algo por alto. ¿Dónde está la enfermedad?


Ahora pondría el broche final, para ese término nuevo. Viejóvenes. 
¿Hay vida después de los cincuenta?
Pues seguramente, sí. Pero con qué calidad de vida quieres vivir esa última parte de tu vida. Quieres ceder el control a otros y estar “bien”.
Porque es acercarte a un médico y lo primero que te va a decir, es lo mismo que te dice la vecina. Es que según pasan los años vamos teniendo achaques.
Yo propongo que la juventud tiene su lugar como agente de cambio.
Pero hoy en día, los viejóvenes tienen mucho que decir. Porque ya no somos jóvenes. Y la vecina, y el médico no tienen porqué tener razón.
Es normal en la vida, conforme van pasando los años, que nos vayamos deteriorando. Es generalmente aceptado.

Lo que quiero lanzar al aire es, aparte de ir al gimnasio y tomar vitaminas. ¿No te has planteado dejar de estar CRÓNICO? 
¿No te preguntas si esa enfermedad que te acecha no te estará queriendo decir algo?

Algo que temes.


para siempre




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