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doña Bienvenida

una historia



SU 11-12-2016
22:50 Horas.

Se sentía vieja y cansada. Era ya mayor. Y estaba dejando ya de ser mujer, lo sabía. Tenía los síntomas. En el curro no hacía más que servir mesas, diez horas al día.

        Se le hinchaban las piernas.

Llegaba a casa y tenía que satisfacer a su marido. Hacer la comida. Y algún casquete ocasional que no la llevaba a nada.

Se sentía ¡tan vacía! 

       Pensaba que debía haber algo más que simplemente trabajar y atender las necesidades de los demás. Aunque sus hijos estudiaban fuera. Los echaba tanto de menos.

Su marido, tan atento cuándo se enamoraron, iba perdiendo aparentemente el interés. 

       Aunque ayer, le pareció verle espiarla, con esa mirada... pero no estaba tan guapa que cuando era joven.

¿Quién sabe? Tal vez la caldera todavía conservase alguna brasa. 

        Su Manolo, también tenía esas ojeras. El curro en turno de noche, mes sí, mes tal vez... les estaba pasando factura a los dos.

Necesitaba algo. Recordaba el pueblo donde nació. Tan solo necesitaría una excusa. ¡Un motivo y se irían al campo! Pero no, quítate eso de la cabeza.

Últimamente el estado de cosas había llegado a ponerla nerviosa. Alguna mañana sentía el estómago revuelto. No llegaba a vomitar, por suerte. Pero por poco.





Recodó la cordillera de su pueblo. Antes de venir a vivir a Barcelona. Pero es que la peseta mandaba cuando tuvo a sus hijos.

     Ojalá tuviese un buen motivo para volver allí... 

   Sus hijos ya estaban mayores, y tenía que pensar en descansar. Le dolía la espalda cuando se levantaba por las mañanas. Demasiado trabajo.



La desazón. Creo que me duele la cabeza. Algo me pasa. Puta menopausia. ¡Una pastilla! 

Y tomarme dos horas para ver al médico. Si ya sé lo que tengo. Que me hago ¡vieja! 

      Las dos horas las va a apuntar mi jefe como si fueran cuatro. ¡Si esto ya me lo sé!




        Era distinto cuando los niños eran pequeños y yo, más joven. Una sonrisa de añoranza asomó a sus labios, recordando...

          Y ahora, aquí estoy. Una más, en la consulta de la seguridad social. A esperar pacientemente a que pase el tiempo...



         Esa señora del fondo ya estaba aquí cuando llegué, y no parece querer ir a ningún sitio. No tiene que hacer más que esperar. La edad.

           Antes, era distinto. Si tuviese otra oportunidad haría las cosas diferente. Pero, todo eso ya pasó... 

          Apartó los pensamientos con un gesto de la mano; como si fueran una mosca que molestaba.



     Miró a la mujer del fondo. Por un momento, se vió reflejada en ella. Como si proyectase una película en blanco y negro sobre la anciana.



La señora Bienvenida, ¡que pase! -¡Hala!, y la tonta para adentro. 

      Todos me dicen lo que tengo que hacer. No hacía falta hacerme venir para recordarme que me hago vieja. 

      Si no fuera por estas molestias. Diría que me duelen hasta los pezones. Tonterías.




El médico la recibió con la mejor de las sonrisas.

Vaya idiota- pensó. Se creerá que me va a curar. Sí. A base de simpatía.




Bueno, señora ¿Se encuentra bien?

Doctor, no me toque los huevarios. Que ya tengo bastante con lo que tengo. 

¿Por qué lo dice, señora? Usted no está enferma.

Usted deme las pastillas para el mareo, que ya llegaré a la vejez por mí misma...

Señora Bienvenida, no se trata de eso. En absoluto. Y su marido tiene mucho que decir al respecto.

...Todas tenemos que pasar por esto, es ley de vida. No voy a pensar que nunca me haré mayor. -Continuó.

         Pues creo que los próximos meses vamos a tocarle un poco más... 

      ¿Cómo ha dicho? ¿Los "huevarios"...? La derivo al ginecólogo señora. 

          Las mujeres mayores, no se quedan embarazadas. Enhorabuena. ¡Creo que le estoy dando la mejor noticia!





          ¡A éste! ¡lo vamos a criar en el pueblo! ¡Que la abuela bien que se vale todavía! 

          ¡Ya estoy convenciendo a Manolo!





Nota Mi madre pasó un susto... cuando yo tenía unos doce años. 
           Los pormenores de las mujeres no los conozco, pero el "susto", se nos casa en el próximo marzo. 

          Le dedico este escrito a mi hermana Cristina. Sé feliz.










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