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una pequeña travesía entre cine y libros

Antes de nada pediría un poco de paciencia. Escribo esto como de golpe, como sale, sin elaborar. Vomitado. Realmente hay que haberse metido una peyotada y hacer un viaje, a veces, para que llegue material que con posterioridad haya que elaborar. Y ese todavía no es el caso.

Seguramente no edite mucho el texto. Y sin embargo se me hace obvia una cosa. Para idear un viaje, o plasmar un texto confuso, tal vez lo que primero se piense, este tío es gilipollas... O bien, tan solo se trata de que hay confusión, miedo y otros elementos que hay que desentrañar.

En principio, dejo esto aquí. No hay necesidad de leerlo. El texto es para lo que es. Tampoco hay necesidad de comer un saco de guindillas picantes, tan solo por el hecho de haberlo comprado. Como diría el sabio Mulá Nasrudín.

Hace mucho que no escribo en el blog. Si lo hago ahora es ante un hecho que no puedo soslayar. Antes que nada diré que yo soy pobre pero honrado. No me he metido a causar problemas adrede a nadie.

¿Si he causado problemas? Sí. Unos problemas nacidos de la oscuridad y la ignorancia de lo eterno tanto como de lo inmediato. Si bien, la eternidad puede estar muy bien en lo cotidiano, es pidiendo el consejo y consuelo de mis guías espirituales, que encuentro la inspiración necesaria para escribir.

Ciertamente llevo ya mucho tecleado al ordenador. Y mucho ya escrito. Y sin embargo sigo sin poder inventar una sola historia creada por mí. Como oficio me refiero y no por necesidad.

Si bien en ocasiones empleo visualizaciones, y meditaciones. Pero eso no hace más que llevarme por el sendero del ermitaño.

Ya digo que si escribo es por necesidad. Más obligado por las circunstancias que por querer crear un material que sea publicable.

Voy al motivo de este escrito.

¿Para qué podría necesitar a los guías si no es por una cuestión de salud?

Tal vez en el fondo de mi alma se hallen las respuestas. Y sin embargo aún así sea necesario pedir humildemente la guía. Ya me veo venir que la respuesta pasa por desarrollar una actitud guerrera y salir y buscarse la vida. 

Yo diría que la mente es como un potro salvaje que hay que domar, y puede dejarte empotrado contra la lavadora. 


        Si bien en la visualización que hice en esta ocasión no hay potros ni lavadoras. Mejor paso a describir el escenario.

El ambiente es muy fácil de reconocer, ya que hay alguna que otra obra que refleja lo que siento.

Lo que veo es algo así como una película al estilo Willow. Si bien la obra está más siguiendo el estilo de Julia Hoban. Realmente hay comportamientos que ya a edad temprana me permitían continuar. Si bien un día más. Tan solo un día más.

Bueno, eso suena más a Braveheart. Que no, pero me encanta.

Tal vez el consuelo se puede buscar en una película, aunque es más certero hallarlo en un libro. Pero la opción del libro conlleva hallar el adecuado.

Hay veces en que el libro te encuentra, como sucede en La Historia Interminable, de Michael Ende. Ahí sabemos que la historia termina bien. Aunque el protagonista tenía buenos amigos en Fantasia, que le echaron una mano.

Espero que esto no sea interminable porque se me va la chapa.

A mí me ha tocado la fibra, Julia Hoban. Y ya no se trata de elección. Es cuando lo que quieres es ante todo seguir como siempre, hallando consuelo en un libro. Y sin embargo la historia es algo que no puedes dejar, o encontrar un camino de vuelta a casa. Tal vez para encontrar el final feliz. Parece que no hay un final feliz.

Un final feliz es como diría cifra: “La ignorancia es la felicidad”. Y que sonase un arpa de fondo en la película Mátrix.

Otro final feliz sería poder elegir. ¿Pero hasta qué punto es posible elegir?

Un motivo de consulta muy válido es por cuestiones de salud. Algo tan básico que forma parte de la trinidad salud-dinero-amor. Los tres temas de la vida. Solamente podemos enfrentarnos a problemas que tengan que ver con estos cuatro elementos, incluyendo a la vida misma.

El hecho es, la cosa tiene pelotas..., que tengo cuarenta y seis años. Peso ciento y pico quilos, y me siento como una mujer de cincuenta y muchos, que retengo líquidos y se me hinchan las piernas.

La solución es adelgazar. Bien fácil. Y sin embargo sabemos que el tema es más complicado que un simple “cómete una zanahoria”.

Si he escrito tanto, para decir tan poco, pues mis motivos tendré. Más que nada porque en mi mente se presentan alternativas que no me apetece nada tomar.

Puede que esto no sea como tomar un chupito de ayahuasca y pegarse un viaje, tener una visión, una respuesta. Pero sin embargo apelar a los guías sí que me parece, adecuado.

No me apetece verme la saga de Las Crónicas de Narnia. Me parece una película de chicas, si bien las chicas siempre me han gustado, y las películas de chicas también... Mi visión de la vida se ve un poco como difuminada entre varias realidades cuánticas alternativas.

Preguntas como ¿Quién soy? ¿A dónde voy? (Eso incluye, con quién estoy y con quién no). ¿Cómo puedo ser una persona mejor? ¿O cómo tener el valor de serlo?

Temo verme atrapado en medio de La Nada. Y que mi existencia se vea convertida en “una mentira en el mundo de los humanos”

Hallar un consuelo fácil resulta recurrente. Los libros sirven. Las películas sirven.

Pero, la vida ¿se puede rehuir la vida?

Es como estar en un barco, antiguo, de madera, con su velamen y en medio de una tempestad. Sin saber muy bien si las olas barrerán, quién sabe qué, de la cubierta. Y temo que me lleven las olas.

Lo peor es que las realidades se alternan sin poder saber quién soy con certeza.

Y las piernas, eso ya clama al cielo.



Si lo digo un poco en plan de coña, podría estar igual que “Descubriendo a Forrester” y que me trajese una pizza el negro del whatsapp. 

Pero eso es que ya es tarde, he releído el texto y estoy cansado.














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