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humus en el teclado



Sábado 16-09-2017
8:30 Horas.

Hay algo, un pensamiento, me viene a la mente. Es la actitud de eterno estudiante. Recuerdo mi infancia, cómo en las cosas de la vida sentía ese “no poder”. Invariablemente alguien de mi entorno se hacía cargo y yo me sentía con la sensación de no haber afrontado el problema.

En la parte de las cosas intelectuales, me iban bien los estudios. Pero la vida me iba muy mal. Parece que me comportaba como un buen niño “agrimony”. 

Parece que me tensaba para afrontar un problema, y después algún otro acometía la dificultad, y yo no sabía qué hacer con esa tensión.

Supongo que de algún modo tenía que deshacerme de la tensión sobrante. Lo cierto es que toda la vida me he sentido como el eterno estudiante, pero con el conocimiento interior inconfesable de que yo nunca sentía que en realidad afrontara de verdad los retos de la vida, o pasara por una crisis vital.

Es importante que otros se hacían cargo. Eramos muchos, y yo me dedicaba “a otras cosas”. Tal vez tenía que mantener una imagen “de bueno”. Y me agarraba a ciertos apoyos que me permitían mantener el tipo. Pero creo que guardaba un equilibrio precario, porque en realidad no podía defender mi posición en la vida, como hombre.

Y defender una posición como alguien de tipo más femenino, estaba fuera de lugar en aquellos tiempos. Así que yo diría que me lo comí con  patatas.

Todavía mi padre reclama toda la atención. El hombre es como un niño grande. No es que esté mal. Se trata de que está enfermo, y cada vez quedan menos partes de él. 

En  realidad sus ganas de vivir las expresa como lucha. Y es un hombre fuerte. Si bien, su fuerza recae sobre quien tiene al lado.

Tal vez se ha creado un equilibrio en el que la enfermedad tira por un lado, y ya dura mucho tiempo. Mientras que la familia que tiene que ahora mismo es mi madre, en su día a día más cotidiano, hace como receptáculo de sus ganas de luchar. 

¿Luchar contra qué? Tal vez la enfermedad le da una buena ocasión para luchar.

Mi padre en un núcleo familiar que le era adverso, se le sobreprotegía. Creo que siente la necesidad de defender todavía “que él es el hijo bueno”, y no su hermano.

Eso para la generación que le ha seguido, la mía, significa tener un padre que se lleva todos los méritos. Yo no podía tampoco sacar lo que llevaba dentro. Mi modo de sentir.

Puedo llamarme a mí mismo capullo, sin sufrir unas consecuencias graves. 

Y lo digo porque lo he sido, y al descubrir algunas facetas de mi personalidad, más receptivas, o unos sentimientos algo femeninos. 

 O de una índole un poco más donde cabía un sentimiento. Estos no hacen que yo sea mejor persona.

No puedo pedir ser tratado mejor. Pero en lo personal puedo estar un poco más tranquilo porque sé un poco hacia dónde tira la cabra. Invariablemente, hacia el monte.

En lo que se refiere a mi padre, parece que todavía pesa su mensaje de que “yo no valgo para trabajar”. 

Y lo dice mi padre. 

Eso es una sentencia muy fuerte y estoy segura de que mi abuelo paterno se las soltaba a mi padre mucho mayores. Pero coño.

Tal vez en algún momento tenga que dejar de prepararme para ser otra cosa que no soy, y partiendo de lo que soy, hacer algo.

Y sin embargo es un rasgo muy característico, en mi personalidad, el tratar de prepararme. Al final no hago nada. Me siento fragmentado, tal vez no me siento cualificado para expresarme.

No puedo escribir como me gustaría hacerlo.

Es decir, y si quiero empezar a expresar algo en mis escritos, tendré que hacerlo en el modo que uso de forma habitual. Es decir, a modo de diario.

Eso, realmente no es escribir. Pero si lo pienso, tampoco es tan importante que nadie me lea. Yo llego a fin de mes igualmente escriba o no. De eso se trata. Si bien me gustaría sentirme con cierta autoridad a la hora de decir algo, respecto a lo que sea. 

Pero por lo que dicen algunos escritores, que ya lo son, esa es una faceta que en realidad no se da en la escritura.

Todo escritor se siente un impostor al escribir. Por mi parte ya de entrada tendría que dejar claro que sí que redacto algunas ideas, o lo que salga. Pero no me considero escritor. Tal vez me gustaría serlo. Pero eso lo hace la práctica, y los que estén ahí.

Uno no es nunca realmente escritor.

Ser o no ser, hacer o no hacer. Estar o no estar.

     Al margen de los mensajes que me vengan de mi entorno, que dejaron su impronta, y que todo el mundo tiene como obstáculo a salvar. 

     No me siento autorizado, ni siento que yo tenga tema. Pero puedo dedicar cierto tiempo a ver qué sale.

Al final se trata de que no creo en mí mismo, y eso es algo bastante común en los mortales. Nunca nadie nació preparado. Pero yo diría que nadie va a sentirse nunca preparado.

En cuanto al tema. Solía dejar que el humus propio de la vida rebosase; y la mierda saliera para después escribir. 

    Tal vez pueda ir dejando esa misma sustancia por aquí, con una mayor asiduidad. Que si bien temo el no tener una formación o un núcleo teórico sólido, teclear me relaja.

Aunque sea en este tipo de formato de diario personal. Que realmente siento que no es escribir. No realmente.






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