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¿quién eres?

Domingo 12-03-2017
11:08 Horas.









de regreso a casa


El hombre oscuro cruzó la calle desierta de papeles, que el camión de la basura había barrido dejando el suelo mojado tras de sí.

El hombre oscuro no sabía nada. Nada, de aquello que importa. Pero era como un sueño. Estaba dormido. Y caminaba. Pero caminaba dormido. 

El hombre oscuro tenía los ojos abiertos, pero no distinguía fantasía de realidad. ¿Acaso estaba de viaje?

Hay que tener cuidado con los viajes al infierno. Puede que al regresar, no vuelva uno como se adentró en el averno. 

Tal vez el hombre oscuro no pensaba regresar, pero allí estaba. Cruzaba la calle. y no veía ante sí más que la calzada mojada. 

      Vacía de papeles que el camión de la basura recién había terminado de recoger. 

          Una calzada, limpia y mojada.

La figura del hombre oscuro oscilaba con un paso que se me antojaba poco firme, si lo miraba desde la perspectiva adecuada. ¿Acaso venía de algún viaje?

Hay que tener cuidado al viajar. Pues el destino es incierto. Y el regreso puede conllevar efectos perniciosos. Es preciso un guía.

Tal vez el hombre oscuro estaba ciego. En ese caso, tal vez no necesitara guía. Pues quienes miran y no ven son los que tienen ojos. 

          Sin ojos ¿Cómo no saber el camino?

Los ciegos no ríen. No saben reír. Tan solo se sacuden. 

El hombre oscuro oscilaba su cuerpo, como si ebrio de licor caminase sin ser consciente de su propia muerte.

No temas. No ha llegado todavía. Ahí está, a tu derecha. A un palmo de tu hombro. No está lejos. Hay veces que ha estado a punto de tocarte, y llevarte lejos. Pero no lo ha hecho. 

No porque no le hayas dado facilidades, claro. Pero ella respeta. Ha visto en ti a un hombre. Hombre oscuro. Pero te mantienes derecho. Oscilante, sí. Pero mantienes el rumbo.

Una gota de licor cae por la comisura de tus labios. Y tu mirada vuelta al interior no se apercibe de los faros del coche que se aproxima. 

        Las alas del pájaro vuelan raudo, persiguiendo una presa que no conoce su destino.

Hombre oscuro. Camina presuroso, porque tu hora llega. Esa botella, que el camión de la basura no ha recogido. La que te has bebido. Conteniendo no sé qué pócima.

Tropezarás, caes, y el coche de faros brillantes pasan junto a ti. Sin tocarte. El susto apenas.

Y tu, hombre oscuro. Yaces sobre la calzada. Y miras atrás, al coche que se aleja. y maldices tu miserable suerte. 

          Porque una vez más, la muerte no te he liberado de tus fantasmas.

Hombre oscuro. Miras sin ver. Estás ciego y sordo. Pero gritas. 

       En el desierto de hormigón donde nadie escucha el sonido de una voz humana. 

Cada uno va a lo suyo, hombre oscuro. 

       No tienes amigos. Salvo la botella de licor que caída yace sobre el asfalto. A medio metro tras de ti. La buscas. Pero ya no sacia tu sed.

¿De dónde vienes hombre oscuro? Tus fantasmas te conocen. 

           ¿Vienes acaso del infierno?
















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