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te quiero como eres





El fin de semana, mi padre me trajo a casa. Estuvimos hablando.

Es curioso, el me contaba cosas, cosas maravillosas. Lo cierto es que siempre ha contado las mismas cuatro historias, por decir un número.

Ese día escuché algo más. Como dice Jose Luis Parise, busca lo idéntico en lo diferente. 

    Varias historias, que si lo analizamos más allá de su enfermedad, podría hacer llegar la escucha a edades más tempranas antes del cancer...

Había una pauta idéntica, hay una pauta idéntica a lo largo de toda su vida.

Escuchadme, yo soy bueno.

El hecho de que nadie quiere más a mi padre, que él mismo, es algo que sabemos toda mi familia.

La Biblia dice “Amate a ti mismo”. Creo que mi padre lo ha hecho, y eso lo ha mantenido con vida. 

       Eso es bueno, está bien.



Pero vi ese esquema. No es nada malo, al contrario. Es una llamada a ser escuchado.

Clama al cielo por ser escuchado por sus padres, y lo que les pide que escuchen es: 


Soy bueno



Da que pensar. Siempre he pensado que mi padre era alguien grande. Después descubrí que tal vez era buena persona. Pero para ser buena persona sí o sí, se necesita haber, por lo menos, sido traicionado.

A lo largo de su vida mi padre ha tenido que agarrarse al mensaje de que él está en el lado bueno de la vida.

Debe ser duro, tener que enfrentarse a la vida, tener que enfrentarse a la muerte, con la cadena de no poder ser tan solo un hombre.

Mi padre es un hombre.

Y no me importa si es bueno o malo. Es mi padre.

Yo quiero a mi padre tal como es.





Me gustaría en algún momento, ser yo escuchado. No pasa nada. Todos los niños claman a los padres. 

Soy bueno, queredme.

En mi familia, supongo que en todas, el drama es similar. En la mía el tema parece girar alrededor del amor filial.

Padres que aman o no aman a sus hijos.

Voces pidiendo amor después de todo.


Papá te quiero. 
Y tus padres también te quisieron, 
tal vez en algún momento. 
Más de lo que se pueda pensar.












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