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llueve, vaya mierda


Hola, amigas.


Hay por ahí una historia, en el libro de “Sopa de pollo para el alma”, cuenta... que hay un payo que va y dice:

“Quiero un plato de pasta”

“Me encantaría comer un plato de pasta”

“Pero nunca he oído hablar de un plato de pasta”

“Nadie me ha dicho nunca que existe un plato de pasta”

“Nunca he olido un plato de pasta”


En esta situación, podría preguntarme si realmente sabemos lo que queremos.

Más que nada porque no estoy dispuesto a mover el culo de mi casa. Como para ir a un restaurante y pedir un plato de pasta. NI siquiera para ir y revisar el menú, a ver qué puñetas es un plato de pasta.

De lo que estoy bastante seguro es de que no tengo la más mínima intención de mirar en google qué es un plato de pasta.

La realidad es cruda. Tengo bastante claro que no quiero sacar mi lindo culo del sofá de mi casa. Pero se da la casualidad que en el trabajo llueve mierda y está por salpicarme.

Como no amaine, me voy a ver en la necesidad de hacer algo práctico, relacionado directamente con la cuestión de la más pura supervivencia. Y como se desprende de este escrito, la cosa de la pureza, como que no abunda.

Entre que la cosa está movida de sitio y que me empieza a doler la rabadilla, no precisamente de meditar (Es cierto me falta constancia, lo siento) la verdad es que me gustaría tener un tema del que hablar y que me permitiese seguir en mi casa, sin mover mi bonito trasero en demasía.

Estoy que trino, y tengo ganas de poner a los electroduendes de la bruja avería, ya mismo a trabajar para mí. Darme caña caballeros. Tengo un no sé qué, que qué se yo, que no es del todo presentable en sociedad.

Es decir, entre que no muevo el culo para limpiar y que no tengo tema para escribir, me da por ponerme tontorrona.

Para que conste a efectos oportunos, pienso que podría escribir un libro. Siendo realista, como soy, sé que sacar un libro en un mercado lleno de libros, como que no. Y pasar de cero a cien tampoco lo veo factible.

Me va a parecer que me quedo en mi sofá, como haciéndome la interesante, mientras las moscas vuelan alrededor de las magdalenas de la semana pasada que aún no he recogido.

Nada corazones. Voy a ver si me hago una revisión a los bajos del auto. Que ya toca.



Vaya tema. ¡Y no tengo una amiga con la que rajar!

Buen día, corazones. Aunque llueva.

Os quiero.







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