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clavel henchido




Vi un clavel, se desperezaba,
estaba a punto de abrirse.
Lo vi estremecer.
Pensé, le falta poco.
Pero cobarde de mí
el rocío de mi boca no era para él
y me encogí de hombros...

Y el clavel perplejo
no puedo saber qué sintió
no puedo saber qué pensó.
Pero lo veía cada día
contenido.

Como puede estar contenida
la fuerza de la naturaleza
que solamente
la magia de lo femenino tiene.

La gracia para estar atrás
y que todos se giren
para darle paso.

Clavel en flor
una flor, se abre
para que todos la vean y admiren.
Es una belleza única.

Pues al abrir un clavel
el aroma que despide
es el primero de la mañana
que atónitos nos hace
tomar conciencia del despertar.

No hacer merced a un milagro
es probablemente punible
Pero mi sino es otro.

Y el clavel abre sus pétalos
y exhala sudor
que nadie osa limpiar
mas que con labios de amor.

Joven y bello
clavel en flor
henchido de gracia
pleno en su naturaleza.
Con la llamada a la vida.

Una llamada callada
que a menudo todos gritan.
Y ante los gritos pasa inadvertida,
pero ante los silencios luce bella.

Es la fragancia del amor
de una primavera que debe ser honrada.
Pues es ley que la hermosura con amor se pague.
Prenda por prenda.

Una brecha ralla la superficie de la corola.
Un corte firme, profundo,
hecho de un solo tajo.

Y queda la flor, exhausta.
Pues polen y miel se llaman
en la labor de transmitir
sentimientos que no se dicen,
que se hacen.

Y la luna luce callada
mientras el pelo de la mujer
ondea libre, ensortijado.
Entre los dedos del amante.

Que no cabe en sí de gozo
ante la fortuna de rasgar
ese pétalo de flor.
Clavel abierto, 
maduro y seguro de sí.

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